La encarnizada lucha por arrancarle el oro a la tierra en cinco municipios del Sur de Bolívar, llevó a que dos organizaciones armadas ilegales que antes no podían ni verse como las disidencias de las Farc y el ELN, unieran esfuerzos, tropas y acciones para luchar contra un enemigo común: el Clan del Golfo, y evitar de esta forma que esta última estructura ilegal se lucre de un negocio que, mensualmente, deja 600 kilos de oro en sus bolsillos, según fuentes de Inteligencia Militar.
“Ese negocio es muy lucrativo, más que la coca. Un kilo de oro lo venden en 200 millones de pesos, y al mes negocian entre 550 y 600 kilos. Esto es un dineral”, manifestó el investigador.
Pero lo más grave no está en la comercialización y extracción del oro de las cerca de 350 minas ilegales repartidas en la Serranía de San Lucas; la situación más delicada la padece la población civil que, frente a los enfrentamientos, no ha tenido otra salida que confinarse o desplazarse. Tan solo en el último mes, y según datos de la Defensoría del Pueblo, han salido 2.140 personas (858 familias) de los municipios Arenal, Montecristo, Cantagallo, Santa Rosa del Sur y Morales.
Este recrudecimiento del conflicto armado por la batalla por el oro, ya había sido avisado desde el pasado mes de septiembre cuando la Defensoría, en una alerta temprana, indicó el riesgo al que estaban sometidas estas poblaciones.
“El hecho de que tres grupos al margen de la ley coexistan en un territorio triplica en igual medida el riesgo para la población civil de ser objeto de conductas vulneratorias por parte de cualquiera de los actores armados”, manifestó la Defensoría en el documento.
Así se gestó la alianza
Un par de reuniones entre alias Betico y Mara, del ELN; y Orinson y Sharon de las disidencias de las Farc, bastaron para sellar una alianza en la que se irían de frente contra el Clan del Golfo, liderado en la zona por dos comandantes: alias Veterino y alias Bejuco.
“Supimos que por medio de correos humanos se citaron en zonas neutrales del municipio de Montecristo, para cuadrar cómo harían frente a la amenaza del Clan del Golfo. Entre las acciones conjuntas, está la de los asaltos a zonas campamentarias que parecen tener alrededor de algunas minas”, manifestó el investigador.
Dice el analista militar que entre las condiciones para esta alianza está la repartición por partes iguales de las ganancias obtenidas por la venta del oro en el mercado negro, cuyas onzas terminan vendidas al menudeo en negocios ubicados en el Norte y Nordeste antioqueño, territorio que sirve de tránsito para los grupos armados ilegales.
Sin embargo, el general Helder Fernán Giraldo Bonilla, Comandante de las Fuerzas Militares, endilgó la responsabilidad de la violencia desatada a la subestructura Erlin Pino Duarte del Clan del Golfo, con su cabecilla alias Chiromoya; el ELN en cabeza de alias Casinga y la estructura 37 de las disidencias de las Farc, con alias Guaraca, “son los responsables de atentar contra las comunidades de la región, por la disputa y control de las economías ilícitas como el narcotráfico y la explotación ilícita de yacimientos mineros en esta zona del sur de Bolívar”.
Despliegue de tropas
Para contrarrestar las acciones violentas de los tres grupos armados ilegales, las Fuerzas Militares hicieron un despliegue de 600 hombres en la zona “que adelantarán operaciones de seguridad para proteger a la población”, explicó el general Giraldo Bonilla.
“En las próximas horas comenzarán a sumarse tropas compuestas por soldados profesionales, unidades del Gaula Militar Élite, técnicos militares antiexplosivos, especialistas en Acción Integral, analistas de inteligencia militar, un componente de comunicaciones estratégicas, elementos fluviales para patrullajes, así como aeronaves tripuladas y no tripuladas de la Aviación del Ejército y la Fuerza Aeroespacial”, aseveró Giraldo.
Según las fuentes militares, la presencia en este territorio de las tropas ya dieron sus primeros resultados, y en lo que va del último mes, han logrado la captura de cuatro integrantes del Clan del Golfo, “la destrucción de 21 artefactos explosivos, la ubicación y destrucción de cuatro campamentos y cinco laboratorios para procesar pasta base de coca, así como la incautación de material de guerra, intendencia y comunicaciones”.
Más allá del despliegue de militares en el Sur de Bolívar, los campesinos piden volver a un territorio en paz, vivir en tranquilidad, la misma que perdieron cuando se les disparó la fiebre por el oro a los grupos irregulares.