En un movimiento que busca reordenar el tablero del centroderecha, Vicky Dávila anunció que se integrará a la consulta interpartidista que varios precandidatos vienen estructurando con miras a las elecciones presidenciales de 2026. La decisión llega en una semana clave del calendario electoral, y se lee como un intento por recuperar iniciativa política en medio de una competencia que se le ha vuelto cuesta arriba.
La coalición, conformada por Juan Daniel Oviedo, Juan Manuel Galán, Mauricio Cárdenas, Aníbal Gaviria y David Luna, acordó mantener campañas individuales, pero confluir en una consulta en marzo para escoger un candidato único. La fecha que se baraja es el 8 de marzo de 2026 y el anuncio oficial del bloque se hará hoy miércoles 17 de diciembre.
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El paso de Dávila no es menor. Ocurre justo después de que el Centro Democrático eligiera a Paloma Valencia como su candidata presidencial y en contraste con otros aspirantes que han optado por correr solos. Sergio Fajardo y Abelardo de la Espriella, por ejemplo, ya le cerraron la puerta a cualquier consulta interpartidista y apuestan a llegar directamente a la primera vuelta.
Por otro lado, en la más reciente encuesta de Invamer, publicada en noviembre, Dávila aparece con 3,7 % de intención de voto; y lo peor, con un 12,6% para los encuestados sobre por quién nunca votaría, la segunda más alta solo por detrás de Iván Cepeda (23,9%). Esto es en un escenario amplio de primera vuelta, lejos de los punteros y por debajo de figuras que hoy capitalizan mejor el clima de oposición al Gobierno.
Aunque su nivel de reconocimiento es alto, el dato confirma que el envión inicial con el que irrumpió en la carrera no se tradujo, al menos por ahora, en un crecimiento sostenido.
El significado de este movimiento
Para Nicolás Molina, docente en Ciencia Política de la UPB, la decisión de Vicky Dávila no puede entenderse solo como un gesto de apertura democrática, sino como la consecuencia directa de cómo se está cerrando el tablero en la centroderecha.
Desde su análisis, el punto de quiebre está en la definición del Centro Democrático y en el efecto que eso tiene sobre el resto de candidaturas. “La decisión de Paloma Valencia es, en el fondo, la decisión de que el Centro Democrático participe con Abelardo de la Espriella en una consulta, porque ahí hay un público de centroderecha que se van a ganar con esa elección”, explica Molina.
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A su juicio, ese reacomodo deja encaminado un escenario en el que Valencia termina siendo una pieza clave —bien sea como fórmula vicepresidencial o como alianza decisiva— dentro del proyecto de De la Espriella.
Sin embargo, también considera que Dávila enfrenta un problema más profundo que una simple falta de alianzas. “Vicky se quedó sin discurso y se quedó sin lugar en el espectro”, dice, y advierte que la coalición funciona más como una suma de respaldos mínimos que como un proyecto capaz de disputar el poder. “Buscar estos apoyos es una suma de mínimos, no de grandes acumulados”, insiste.
Así, el ingreso de Vicky Dávila a la consulta se lee menos como un relanzamiento político y más como una maniobra para no quedar arrinconada en una carrera que acelera. En este escenario, su apuesta apunta a ganar tiempo, sostener visibilidad y pelear un lugar que hoy se le reduce.
Congreso: Centro Democrático suma; La U se fractura
En la recta final del cierre de listas legislativas, La U afrontó dos remezones: el primero, con la ruptura del presidente de la Cámara, Julián López, luego de que el partido le retirara el aval tras choques internos y disputas con la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro.
A ese sacudón se sumó la renuncia de Saray Robayo a su aspiración al Senado, pese a haber alcanzado el puesto cinco en la lista. Aunque alegó motivos familiares, su salida se dio en medio del ruido por su relación con el contratista Emilio Tapia, condenado por corrupción y recientemente dejado en libertad.
En contraste, el Centro Democrático reforzó su estrategia al sumar al empresario Mario Hernández a su lista cerrada al Senado, en un renglón lejano que no apunta a una curul propia, sino a fortalecer la votación: sería el número 26, un puesto después de Álvaro Uribe.
Presidencia: Uribe Londoño y Cepeda mueven fichas
En la carrera por la Casa de Nariño, Miguel Uribe Londoño reapareció con el aval del Partido Demócrata Colombiano para seguir en la contienda presidencial, luego de su salida del Centro Democrático tras choques con el proceso interno y su acercamiento a la candidatura de Abelardo de la Espriella.
Al mismo tiempo, el Partido Conservador resolvió parte de su pulso interno con el regreso de Efraín Cepeda a la presidencia del directorio nacional, una decisión unánime que lo deja al frente de la definición de las reglas y tiempos para escoger candidato, en un escenario aún marcado por tensiones y múltiples aspirantes.
En todo caso, Efraín Cepeda es uno de los cinco precandidatos presidenciales del Partido Conservador, por lo que su regreso a la presidencia del directorio abre interrogantes sobre la definición de la candidatura y el alcance de su rol.
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