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Señales de que su hijo está en peligro sexual

Son varias las manifestaciones que presenta un menor de edad cuando evidencia violencia sexual. Hay que atenderlas.

  • Son varias las manifestaciones que presenta un menor de edad cuando evidencia violencia sexual. Hay que atenderlas. FOTO Sstock
    Son varias las manifestaciones que presenta un menor de edad cuando evidencia violencia sexual. Hay que atenderlas. FOTO Sstock
21 de enero de 2021
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Al hablar de maltrato infantil, la Organización Mundial de la Salud, OMS, entregó una cifra preocupante en junio de 2020 en su página web sobre uno de los puntos de esta problemática en el mundo, la violencia sexual: “Una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales en la infancia” (Ver glosario de las definiciones del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar).

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), también en su web, explica que los niños del mundo sufren formas insidiosas de violencia, explotación y abuso. “Esto no conoce fronteras. Ocurre en todos los países y en los lugares donde los niños deberían estar más protegidos: sus hogares, escuelas y en línea. Puede ser físico, emocional o sexual. Y en la mayoría de los casos, sufren violencia a manos de las personas en las que confían”.

Catalina Vertel Betancur, psicóloga clínica y gerente de la IPS Creciendo con Cariño, de la Corporación de Amor al niño Cariño, detalla que en el caso de la violencia sexual hay muchas señales que los adultos pueden identificar, “por lo general hay signos que siempre nos están dando una alerta, el riesgo de violencias sexuales lleva al límite el comportamiento de los niños o de cualquier ser humano en sus emociones, en la manera en que ellos se expresan nos podemos dar cuenta”.

La psicóloga Mabel Patiño Jaramillo, gerente de Jugar para sanar, un centro psicoterapéutico que brinda atención especializada a niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual y otras vulneraciones, comenta que la frase es mejor prevenir que lamentar cobra mucha importancia en estos casos, “y por eso les decimos a las mamás que corran con sus hijos ante cualquier sospecha”. Hay tres tipos de manifestaciones, físicas, emocionales y comportamentales. Las profesionales las describen así:

SEÑALES FÍSICAS SON LAS MÁS NOTORIAS

La doctora Vertel explica que cuando hay violencia sexual física que tiene que ver con el cuerpo del niño, hay marcas como “fisuras en las zonas genitales o anales, dolores abdominales o pélvicos, irritación, picazón, inflamación, mal olor, flujo de sangre o secreciones en la zona genital de la niña o el niño, siempre y cuando no haya una razón y sea inexplicable. Moretones en el cuerpo en zonas claves como los senos, la vulva, las nalgas o en el pene del niño o en la entrepierna”.

Precisa la psicóloga de la IPS que si un niño tiene un morado en la entrepierna y no hay una justificación alguna o que aparecen incluso como chupones hay que ponerse alerta. “Nos han llegado al sistema de urgencias menores de edad con la ropa interior manchada, rasgada, ensangrentada o con incluso semen y las mamás nos dicen que no lo habían visto”.

La psicóloga Patiño trae otros síntomas físicos como problemas estomacales; la enuresis, que consiste en la emisión repetida de orina de manera involuntaria durante el día o en la cama por la noche o la encopresis, también llamada incontinencia fecal o evacuación involuntaria de los intestinos, como el paso repetido de heces (por lo general involuntario) hacia la ropa.

“El niño o niña comienza a orinarse cuando ya había tenido un aprendizaje de control de esfínteres y lo mismo con las heces”, eso y las infecciones urinarias frecuentes sin razón médica son síntomas de que algo no está bien.

SIGNOS EMOCIONALES PARA ATENDER

Para Patiño estos se pueden confundir con muchas otras situaciones por las que pueden pasar los pequeños, aunque hay unos muy claros. Agrega la doctora Vertel que efectivamente son más complejos de detectar, “sobre todo si estamos hablando de diferentes momentos del desarrollo, por ejemplo, en primera infancia (desde que nacen hasta los ocho años según la Unesco) son muy complejos, porque su emoción todavía está muy fluctuante”.

Pero si hay tristeza, irritabilidad, miedo, sentimiento de culpabilidad, impotencia, vergüenza, frustración y frases como “te quiero decir algo, pero ya no”, son indicadores para que el adulto indague y escuche.

Para Patiño, que un niño, de un momento a otro, manifieste angustia para visitar a ciertos familiares o ciertos lugares es una señal importante. “Como los niños son manipulados y chantajeados, no van a ser capaces de decir que tal persona los toca, lo que van a decir es que no los lleven a ese lugar. Emocionalmente presentan temor, miedo”.

Si algún menor de edad de la casa se muestra retraído, agresivo con la familia o con deseo de autoagredirse hay que prestar atención, cuenta la psicóloga Patiño y añade que en la noche le pueden dar pesadillas o manifestar un deseo de no querer estar solo cuando antes dormía tranquilamente sin compañía.

OBSERVAR CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO

Aquí hay que analizar desde sus palabras y lo que cuenta hasta cómo juega y qué hace con su cuerpo o incluso con el de sus amigos. Por ejemplo, cuenta la psicóloga Vertel, se puede evidenciar un tocamiento o intento de tocamiento de genitales de otros niños u otras personas sin importar el límite del otro, y hay que tener presente las conductas o conocimientos sexuales inadecuados para la edad, reflejados en el lenguaje verbal o corporal.

“Ahí se debe tener muy claro que en esta época en que vivimos, los niños están erotizados tempranamente por la música, la televisión, etcétera, entonces quizá ese comportamiento está mediado por eso”, comenta Vertel, quien explica que una ayuda es entender que todos los indicadores aparecen de un momento a otro, son intensos, permanentes y no desaparecen a pesar de que un adulto orientó o llamó la atención.

Otra particularidad de comportamiento que señala la doctora Patiño se da en los juegos, “ya que si están siendo víctimas de algún abuso sexual empiezan a tener lo que nosotros llamamos comportamientos erotizados o sexualizados. Un niño de 3, 4 o 5 años no tendría por qué besarle a la muñeca la vagina, o jugar con el amiguito y pedirle que se bajen los pantalones al escondido. Eso también se evidencia en lo que dibujan”, cuenta.

Por eso la invitación a los padres es que jueguen con los niños, ellos ponen en escena lo que les está pasando, “si no juega con ellos escuche cuando juegan con otros amigos, porque cuando está pasando por una violencia sexual lo dramatiza”.

¿Qué hacer?

Ambas especialistas aclaran que con cualquiera de los signos físicos descritos hay que acudir inmediatamente a urgencias. Que si no presenta alguna marca física, pero se identifican de tres a cinco indicadores de los emocionales o comportamentales hay ya un indicio que no se puede pasar por alto.

“Si un niño solamente tiene pesadillas, pero no tiene nada más, hay que indagar qué está pasando, pero si tiene problemas estomacales, terrores nocturnos o muestra angustia ante ciertos adultos, son tres indicadores, por ejemplo, con los que sí o sí hay que entrar a sospechar”.

Si un padre se da cuenta de algunas de estas señales primero debe mantener la calma para evitar generar angustia o sentimiento de culpa. “Uno de los signos es la culpa que el niño o niña siente de haber sido víctima. Nunca le preguntemos al menor por qué permitió que eso pasara”, indica Vertel, quien agrega que hay que escuchar el relato del niño sin interrumpir para que sea espontáneo. “Cuando se genera un trauma se hace un nudo mental que siempre logra que no haya en ellos una verbalización fluida de la historia. Los mayores deben explicar al niño que no tuvo la culpa de lo que pasó, permitirle que exprese sus emociones y asegurarle que siempre le va a creer”. Concluyen que es importante acudir a especialistas, primero en salud.

Explica el Instituto Colombiano de Bienestar que los casos de violencia sexual deben ser atendidos como una urgencia. Ellos cuentan además con una línea especializada para la prevención y atención de esta problemática, es el 141, que es gratuita, confidencial, cuenta con atención profesional, es de cobertura nacional, activa la ruta de atención y hace seguimiento de casos.

Ante cualquier sospecha dada por el tema emocional o comportamental, los psicólogos de la institución en la que estudia el menor pueden ayudarle, indica Patiño. Este es un flagelo que se puede combatir con educación, prevención y mucha claridad. Recuerde, como dice Unicef, que todos los niños tienen derecho a ser protegidos contra la violencia, la explotación y el abuso

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