Tras su muerte en la Clínica Santo Tomás de la capital del Cesar, como lo confirmó el Inpec el 12 de octubre, la familia de Garavito ha venido cumpliendo con una serie de trámites para poder reclamar su cuerpo y cremarlo; sin embargo, aún no ha sido posible sacarlo de Medicina Legal.
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Y es que, según ha trascendido, la Fiscalía seccional Cesar no ha entregado el cadáver de Garavito porque se está a la espera de la verificación del registro civil que entregó un sobrino del hombre. Este documento está siendo cotejado por la policía judicial de Génova (Quindío), lugar donde nació el asesino serial en 1957.
“El sobrino de Garavito llegó a Valledupar el lunes feriado. Aportó el registro de civil de Luis Alfredo, al igual que el de su hermana Esther Garavito Cubillos, cédulas correspondientes. El documento no estaba muy claro, pero se podía evidenciar que era el registro civil de Garavito”, explicó Gabriel Alfonso Beltrán, abogado de Garavito a El Tiempo.
La cremación estaba prevista para el pasado 18 de octubre en el parque Cementerio Jardines del Recuerdo de esta localidad. Sin embargo, el sobrino de Garavito se marchó de la ciudad sin las cenizas de su familiar por la demora en la verificación de los documentos.
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Por esto, la familia del condenado a 40 años por cerca de 200 crímenes, entregó un poder al Secretario de Gobierno Municipal, Felipe Murgas, para que recibiera el cuerpo de Garavito. Le solicitaron, además, que corroborara que efectivamente el cuerpo corresponda al del hombre, pues a la familia le llegó un rumor de que podrían comercializar el cadáver para supuestas investigaciones científicas.
“Es un rumor que llegó a la familia, están preocupados porque pasan los días y no entregan el cuerpo de Garavito. Las directivas de la Cárcel de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, donde estaba recluido, tampoco han entregado las pertenencias de Luís Alfredo”, contó una persona cercana a la familia de Garavito.
Garavito, conocido también como “La Bestia” o “el Monstruo de Génova”, falleció a los 66 años tras pagar las tres quintas partes de su condena por abusar y asesinar a casi 200 niños que fueron sus víctimas en la década de los 90.
Si bien inicialmente lo condenaron a 1.853 años y 9 días de prisión, tuvieron que rebajar el monto a la pena máxima del momento porque era inviable una condena tan larga.
Para esa época, Garavito se convirtió en uno de los principales objetivos del CTI, que logró capturarlo en 1999 y meterlo a prisión, en la que estuvo hasta el día de su muerte.