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Volver, de a poco, a comprar y“vitriniar”

Tres centros comerciales de Medellín reabrieron ayer sus puertas con estrictos protocolos de seguridad. Así fue.

  • Para la apertura controlada, en los tres centros comerciales se aumentaron los puntos de lavado de manos y se realizaron desinfecciones en cada uno de los locales. FOTO manuel saldarriaga
    Para la apertura controlada, en los tres centros comerciales se aumentaron los puntos de lavado de manos y se realizaron desinfecciones en cada uno de los locales. FOTO manuel saldarriaga
  • En el Gran Plaza, centro comecial de la comuna 10, el ingreso es con cámara térmica y jabón antibacterial.
    En el Gran Plaza, centro comecial de la comuna 10, el ingreso es con cámara térmica y jabón antibacterial.
  • Las personas que no tienen instalada la aplicación CoronaApp pueden ingresar mostrando su cédula.
    Las personas que no tienen instalada la aplicación CoronaApp pueden ingresar mostrando su cédula.
  • En Oviedo, la llegada de visitantes fue baja. Al ingreso se controla la temperatura. Fotos manuel saldarriaga
    En Oviedo, la llegada de visitantes fue baja. Al ingreso se controla la temperatura. Fotos manuel saldarriaga
26 de mayo de 2020
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Mire y antójese: medallitas de la Virgen María, crucifijos y todo lo que quepa en un trozo de oro de 18 kilates. Detrás del mostrador, Úber Bermúdez acomoda los aretes, gargantillas, anillos y zafiros. “¿Sabe qué es lo mejor de lo que tengo aquí en la vitrina?”, se pregunta y también se responde: “Que todo está a la venta”. En esta época el asunto es más de datáfonos y tarjetas, porque con lo que está ocurriendo es mejor limitar el intercambio de billetes.

Aún en la pandemia, el oro se vende, se empaca y se envía a domicilio, como regalo de bodas o lujo de cumpleños. “La gente aún quiere dar buenos regalos”, comenta el joyero, mientras en el local de al lado, una tienda de ropa, los hombres de traje blanco, protegidos como si salieran de un reactor nuclear, encienden una especie de máquina que desinfecta el interior de los almacenes. Úber bromea: “es como el robot R2-D2”.

Su joyería está ubicada en el Gran Plaza, comuna 10 de Medellín, uno de los tres centros comerciales que abrió sus puertas en un plan piloto de reactivación. La entrada parece el ingreso de un banco, con estaciones de jabón, agua y toma de datos. Los visitantes cruzan un escáner corporal y se quedan viendo, por unos segundos, la figura de sus cuerpos coloreada en tonos naranja.

El aparato, como explica, José David Betancur, de la empresa Control Covid, es una cámara térmica de medición de temperatura humana en tiempo real, capaz de monitorear hasta 20 personas en simultáneo. Tiene rastreo facial, es una primera barrera de contención que, en caso de fiebre, activa una alarma.

Pero el regreso de los clientes es contenido y aún receloso. Los pocos curiosos van a los cajeros y salen. No hay tampoco mucho por hacer. Varios locales siguen cerrados. Avisos en cada metro enfatizan en la protección con tapabocas. “Recuerden la distancia”, dice una mujer que cruza junto a tres personas que conversan cerca.

Limpios como un hospital

En La Frontera, de El Poblado, la gerente Valentina Londoño comenta que esta semana esperan un promedio diario de 1.200 visitantes. Antes de la cuarentena la afluencia era de 4.000 personas diarias. Allí arrancaron comercios como peluquerías y los restaurantes, con ventas a domicilio.

Cerca de allí está el centro comercial Oviedo, en donde los encargados le pasan trapo y jabón desde las vitrinas hasta la puerta de los ascensores. Así, con la minucia y la asepsia de un hospital. A la entrada, un hombre consulta cómo es que se maneja eso del CoronaApp. “Le das aquí”, dice la encargada, mirando el menú en su celular, “reportas tus síntomas dependiendo de cómo te sientas”. El ingreso de vehículos es con cédula y toma de temperatura manual.

Con paquetes, gorra y tapabocas, Julio Carmona* entra a un almacén de zapatos para hacer cambios de algunos productos que compró en línea. Lo reciben con antibacterial y le entregan guantes desechables. Recuerda con precisión la última vez que pisó un centro comercial antes de todo esto. Fue el 18 de marzo.

A los vigilantes, que pasaron cerca de dos meses sin ver ni un solo cliente por los pasillos, no se les hace tan raro esa soledad y quietud. Es que es festivo, dicen, y por eso el despegue ha sido tímido. Además los visitantes deben cumplir con el pico y cédula. Creen que es probable que cada vez lleguen más, sobre todo por la apertura de los bancos. Como hay pocos clientes, algunos establecimientos de ropa todavía ajustan cómo será ese cuento de medirse prendas.

Carlos Andrés Pineda, director ejecutivo de Fenalco Antioquia, enfatizó en que este plan piloto de apertura es claro en que cada establecimiento debe adaptarse a las normas de bioseguridad.

Así también los locales de ropa y textiles, que quizás tengan que implementar que cada cliente se pruebe solo cierto número de prendas y que luego la ropa entre en desinfección adicional con métodos como la vaporización.

“Ha habido una expectativa tremenda. La gente llamando y preguntando si ya pueden venir”, concluye Pineda.

En cada espejo de los baños pusieron pancartas recordando el lavado de manos, pero no hay limitaciones en el ingreso. El único cambio es que los secadores de pared están apagados. Es por seguridad porque, eso sí, por estos días no hay mayor temor que lo que sea que se disperse por el aire. Como dice Carmona, el ambiente aún es extraño y “se camina como con suspenso”.

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