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En una ciudad en la que habitan más de 78 mil personas con discapacidad, tener al menos una farmacia en la que esta población se siente valorada y protagonista constituye un avance en el sueño de que Medellín sea una ciudad para la inclusión.
Así lo siente Delaney Úsuga, una mujer de 34 años que padece sordera y mudez de nacimiento, quien reconoce algunos desarrollos de la urbe dirigidos a la población de la que ella hace parte, pero que ve falencias como para considerarla una ciudad amigable con la discapacidad.
Ciegos, sordos, mudos y personas en sillas de ruedas aún afrontan obstáculos para desenvolverse en las calles y oficinas y por eso esta población celebra la llegada de la Droguería de la Inclusión, puesta al servicio por Colsubsidio, una cadena de farmacias del país que también montó otra en Bogotá.
El local está en el primer piso del Bloque 16 del Hospital San Vicente Fundación y tanto sus estanterías como el piso, los espacios y toda la señalética están diseñados para que la población con discapacidad no tenga dificultades para comprar los medicamentos.
Para Delaney, visitar el sitio fue una novedad: “tener apoyos como una intérprete de lenguaje de señas (conectada en línea a través de plataformas virtuales) es una ayuda que no he visto en otros lugares y me facilita acceder tranquila al servicio”, dice a través de su intérprete en pantalla.
Juan Pablo Castañeda, con 23 años y ciego de nacimiento, considera que la ciudad y el país en general aún son hostiles con la población con discapacidad, por lo cual subraya que la droguería es el inicio de un proceso que puede extenderse a otros espacios, como supermercados, bancos y oficinas públicas. “Creo que 80 % de la ciudad no está adaptada para nosotros. El metro tiene algunas cosas, hay andenes con líneas táctiles pero llevan a postes y barreras con las que uno se choca, y en la gente falta mucha cultura”, dice.
En la farmacia inclusiva, en cambio, hay guías podotáctiles para que un ciego se mueva con soltura. Los pasillos tienen hileras con texturas que van indicando a las personas con limitaciones visuales hacia dónde girar o detenerse. Hay señalética en braille.
“Yo que ando en silla de ruedas me siento tranquilo al moverme por los pasillos, en las calles aún es muy complicado, hay oficinas en las que no puedo ingresar”, comenta Alberto Patiño, un hombre de 35 años que hace un año se cayó de un árbol y perdió todo el movimiento de sus piernas.
“La droguería se montó de manera articulada con personas en condición de discapacidad y fue un aprendizaje mutuo”, señala Marcela García, coordinadora de Aseguramiento de Droguerías Colsubsidio en Medellín. Dice que el personal de atención fue entrenado y sensibilizado en inclusión, por lo que es amigable y paciente con los clientes del lugar, que también atiende a personas sin limitaciones.
Según el último registro del Ministerio de Salud y Protección Social, en Medellín hay 78.562 personas con discapacidad, 40.374 de ellas de sexo masculino. La alcaldía, a través de la Secretaría de Inclusión, afirma que la ciudad tiene una Política Pública para la Inclusión de personas con Discapacidad (Acuerdo 144 de 2019), que desarrolla variables en temas de movilidad, vivienda, tecnologías y acceso a la justicia. La deben cumplir todas las secretarías y dependencias.
Así, el Isvimed amplió la cobertura para que las personas con discapacidad y sus familias tengan mejoramientos de vivienda accesible. La Secretaría Movilidad ha construido pasos a nivel y semaforización sonora y la Ciudadela Universitaria Occidente incluye accesibilidad en sus instalaciones sanitarias, entre otros avances, informa la alcaldía.
Entre 2020 y lo que va de 2021, a través de la Secretaría de Inclusión, “se han atendido 14.036 personas con discapacidad, sus familias y cuidadores, lo que les ha mejorado su calidad de vida y tener mayores oportunidades de participación, inclusión y accesibilidad”, dice la dependencia.
Wendy Gaviria, directora de la Corporación Pequeñas Personas Latinas (talla baja), siente que Medellín registra avances en la infraestructura para la discapacidad, pero aún falta: “Crear espacios como la droguería, que brinda autonomía en las distintas discapacidades, es un punto de partida para que otras entidades inviertan en adecuación de espacios así, que son necesarios en Medellín y el país”, opina.
En días pasados, la Universidad de Antioquia estableció las directrices para el ingreso de sordos señantes a sus carreras, mientras el ITM recibió aval para montar el programa académico Interpretación y Traducción Lengua de Señas Colombiana-Español