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Suramericana, el barrio donde pasa la vida entre oficinas

Este barrio del occidente de Medellín surgió luego del traslado de una sede empresarial. Hoy, alberga la vida comercial y familiar, sin olvidar su historia.

  • Parques, zonas verdes, oficinas y viviendas, conviven en un mismo espacio, lo que lo hace atractivo para estudiantes y familias jóvenes. FOTO manuel saldarriaga
    Parques, zonas verdes, oficinas y viviendas, conviven en un mismo espacio, lo que lo hace atractivo para estudiantes y familias jóvenes. FOTO manuel saldarriaga
  • La obra “Monumento a la vida”, Rodrigo Arenas Betancur, hace parte de la plaza principal del barrio. FOTO manuel saldarriaga
    La obra “Monumento a la vida”, Rodrigo Arenas Betancur, hace parte de la plaza principal del barrio. FOTO manuel saldarriaga
<p>Suramericana, donde </p><p>pasa la vida entre oficinas </p>
31 de mayo de 2018
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Luego de una lluvia pasajera, los rayos tenues del sol atraviesan nubes, penetran entre las ramas de los árboles y dan color a las fachadas de ladrillo de los edificios. Son las 2:30 de a tarde y la vida en Suramericana, occidente de Medellín, transcurre a paso lento.

En este barrio, que tomó su nombre de la compañía de seguros, conviven cada día empleados de bancos, oficinas y restaurantes; estudiantes y familias tradicionales que encontraron en este sector de Otrabanda, el espacio ideal para vivir. Presentamos una parte de su historia.

Urbanizar el futuro

Suramericana está enmarcado entre la carrera 65, la avenida Regional, y las calles 50 y 48; vías que atraviesan la ciudad de oriente a occidente y de norte a sur, siempre congestionadas por un alto número de vehículos.

“En los años 70, Suramericana inicia el traslado de su sede y además construye viviendas para sus empleados. Luego Camacol construye también su edificio y por ende llegaban más habitantes”, relata Alejandro Muñoz, miembro de Amigos del Sector de Suramericana, un grupo de vecinos que trabaja por el barrio.

En ese entonces, el predio que hoy ocupa este sector era más verde y las calles incipientes. Las pocas casas familiares que había rodeaban la sede de Sears, un almacén extranjero que daría paso luego al Éxito de Colombia, uno de los más tradicionales.

Como vecinos tenía a un naciente barrio Carlos E. Restrepo y a la Compañía de Tejidos Tejicóndor.

Ahora, “la población que habita el espacio es flotante. Están los que residen acá, pero también los que trabajan y pasan todo el día, una cifra que ha incrementado con la llegada de más oficinas, academias u otros centros de estudio”, explica Muñoz.

Convivir entre el arte

El olor a hierba húmeda invade el sector. En los restaurantes se sirve café caliente mientras en sus cocinas comienzan las preparaciones para la noche.

Esteban Hernández vive hace tres años en el barrio, del que destaca su cercanía a espacios como el estadio Atanasio Girardot, universidades y el metro.

Además de las amplias zonas verdes que tiene, quien lo recorra caminando, especialmente en la zona entre la autopista y la carrera 65, puede toparse con alguna obra de arte, incluso en las fachadas de algunos edificios.

En la década en que el sector estaba en su mayor apogeo, la ciudad se imaginó convertida en una galería a cielo abierto y Suramericana no sería la excepción.

Los edificios de la urbanización Brasilia tienen en sus muros laterales figuras y formas particulares, creadas a partir de la superposición de los ladrillos.

Esto hace parte de la serie de intervenciones que las constructoras debían adelantar para aportar al ornato de la ciudad, en cumplimiento del Acuerdo de Obras de Arte del Concejo Municipal, establecido en 1975.

El documento, que estuvo vigente cerca de 17 años, planteaba que “la necesidad de fomentar el patrimonio cultural de la ciudad mediante la asignación de un impuesto, dirigido a todas las empresas constructoras de edificaciones, destinado al apoyo de proyectos de restauración patrimonial arquitectónico e histórico, como también se implantaba la posibilidad de construir y emplazar una obra plástica que contribuyera al ornato y embellecimiento de la ciudad en todo edificio construido”.

Además de las fachadas características, está la obra Bosque Aéreo, de Ricardo Cárdenas: El Cóndor. La más significativa y que llegó al barrio desde su creación es el “Monumento a La Vida”, del maestro Rodrigo Arenas Betancur.

Camilo Mora, quien labora en una de las oficinas del sector, disfruta de los ratos libres en los jardines del barrio. “Es bueno sentir tranquilidad, a pesar de estar al lado de vías principales y congestionadas. Son como burbujas en medio de la caótica ciudad”, cuenta mientras observa la obra de Arenas Betancur.

1973
fue el año en que se inauguró oficialmente la sede de Suramericana.
8
edificios conforman la unidad residencial que a su vez da el nombre al barrio.
Infográfico
El empleo que busca está a un clic

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