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Rehabilitan puente veredal en Angostura luego de 30 años

La obra, que consistió en una reparación de la estructura, costó solo $72 millones. La comunidad llevaba tres décadas esperando la solución. Así pasa en los pueblos.

  • Este puente es el mismo que llevaba 30 años de deterioro y que ponía en riesgo las vidas de una comunidad de 40 familias angostureñas que ahora se benefician de la obra. FOTO foto cortesía
    Este puente es el mismo que llevaba 30 años de deterioro y que ponía en riesgo las vidas de una comunidad de 40 familias angostureñas que ahora se benefician de la obra. FOTO foto cortesía
21 de julio de 2020
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El dicho aquel de que obras son amores aplica perfecto para Angostura, uno de los municipios más pequeños en población de Antioquia, en donde los recursos deben tasarse al máximo y los mandatarios cuidar muy bien sus inversiones, pues siempre están en riesgo de quebrar y perder su categoría ante la Nación.

Tal vez por eso una comunidad, la de la vereda Ventiaderos, llevaba décadas sin solución. Duván Foronda, angostureño, dice que eran 30 años esperando que la alcaldía les reparara un puente, el único con el que cuentan para pasar de un lado a otro, ir al pueblo, comunicarse con sus vecinos de la vereda Los Ranchos, y sacar sus productos, especialmente panela.

Cuenta Juan Esteban Castañeda Cardona, quien fue promotor de desarrollo comunitario en el año 2016, que en visitas a esta vereda los habitantes hicieron visible esa necesidad: “siempre evidencié la gran clemencia (sic) de los líderes de esta bella vereda por restaurar este puente para el tránsito de sus habitantes y bestias; pero surgieron miles de dificultades por afinidades políticas”, expresó.

Pero como no hay mal que dure cien años, el alcalde actual de la localidad, Gregorio Gutiérrez González, decidió apersonarse del problema y sin echar mucha mano de las matemáticas, solo entendió que la gente necesitaba la obra y, al fin y al cabo, como habitantes de su municipio, merecían tener al menos ese puente, que en medio de la pobreza, sentían como su necesidad más urgente.

“Creo que esta obra debió haberse hecho hace mucho tiempo, porque es de mucha necesidad para la comunidad, por acá transitan bestias, personas, los animales con carga pesada”, expresó el mandatario, que hace dos meses decidió abocar el proyecto e intervenir la infraestructura. Dice González que su mayor satisfacción fue ver el agradecimiento de esta comunidad, que ya se siente más tranquila y segura y no arriesga sus vidas y las cargas al cruzar el río.

“Es nuestro progreso”

La medida del progreso es relativa. Para poner un ejemplo, Sabaneta es uno de los municipios más pequeños de Colombia, si no el más, pues su superficie solo alcanza los 15 km2 y tiene más de 44.000 habitantes, mientras la de Angostura es de 387 km2 y apenas cuenta con 11.437 pobladores, de estos más de 9.000 en la zona rural.

Sin embargo, mientras Sabaneta requiere de vías e intercambios viales que agilicen su movilidad y que valen miles de millones de pesos, Angostura se defiende con sus caminos de herradura, sus trochas y sus vías sin pavimentar.

El progreso para Ventiaderos era muy sencillo: que les repararan el puente. Así lo asegura William Fernández, uno de sus residentes: “anteriormente habíamos gestionado esta obra con otros alcaldes, fue mucha la gente que aportó en este progreso, necesitábamos la obra”.

Su felicidad la comparte la vecina Luz Marina Cárdenas, quien reconoce los beneficios para su pueblo: “acá estamos muy felices, por el puente nos daba miedo pasar a pie o en bestias, ahora lo podemos hacer con mucha confianza”.

La comunidad no recuerda exactamente cuándo el puente dejó de ser transitable. Fue un deterioro progresivo, de años, e incluso muchos campesinos lo atravesaban con el respectivo riesgo para sus vidas. El pueblo está a dos horas e incluso les queda más fácil llegar a Campamento, que queda a veinte minutos.

Jorge Gómez, ingeniero y director de obra, explicó que el puente tenía una estructura atirantada, colgante, y su madera estaba podrida. El desgaste le llegó por décadas de uso y muy poco mantenimiento. “Era madera común que se acaba por la exposición al agua y la intemperie”, dijo.

Para rehabilitarlo se le hizo una intervención estructural. Los trabajos incluyeron aplicarles soldadura a las platinas, los ángulos y ganchos e intervenir todo lo que presentara fallas o estuviera malo. Las tablas fueron cambiadas por madera plástica que, en palabras del ingeniero Gómez, es más resistente a la intemperie. A esta se le añadieron capas de pintura para lograr una mejor conservación.

Aprovechando el sistema de cerchas, se le acondicionaron barandas y se le instaló una malla eslabonada (en eslabones) para evitar que se vayan personas o animales al afluente, que es nada más y nada menos que el caudaloso río Nechí.

Ventiaderos es una de las veredas que en Angostura se dedican a la producción de panela. Solo allí, en la localidad, hay sembradas 1.700 hectáreas de caña con las que se producen 1.470 toneladas de panela al mes, en 227 trapiches. Poder sacar su caña o su panela al menos les quitó una amargura que arrastraban por años. Y la solución solo costó $72 millones, mucho menos que un apartamento de 40 metros cuadrados en Sabaneta, en Bello o en Medellín .

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