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Los secretos tras los huesos del escritor Tomás Carrasquilla

Los restos óseos del literato antioqueño arrojaron nuevos detalles sobre sus últimos años de vida.

  • Los restos del escritor fueron estudiados por los investigadores adscritos al Laboratorio de Ostelogía de la Universidad de Antioquia, uno de los más avanzados de su tipo. FOTOS CORTESÍA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
    Los restos del escritor fueron estudiados por los investigadores adscritos al Laboratorio de Ostelogía de la Universidad de Antioquia, uno de los más avanzados de su tipo. FOTOS CORTESÍA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
  • Los secretos tras los huesos del escritor Tomás Carrasquilla
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  • Los secretos tras los huesos del escritor Tomás Carrasquilla
05 de agosto de 2023
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Ocho décadas después de su muerte, los restos de Tomás Carrasquilla fueron trasladados de una cripta ubicada en la Basílica Metropolitana de Medellín al Museo Cementerio San Pedro. En un trasegar que sirvió para honrar el legado del célebre escritor, fallecido a sus 82 años en las instalaciones del Hospital San Vicente de Paúl arrastrando graves quebrantos de salud, sus huesos regresaron al lugar del que habían salido hace más de medio siglo.

En medio de esa travesía, el cuerpo hizo una parada transitoria en el Laboratorio de Osteología de la Universidad de Antioquia, en donde un equipo de investigadores lo estudió buscando comprender cómo fueron los padecimientos que sufrió durante sus últimos años de vida.

En una investigación que fundió el rigor de la ciencia con las pistas que aún sobreviven en múltiples fuentes escritas, como obras literarias y su correspondencia, los académicos encontraron detalles hasta ahora desconocidos sobre su fallecimiento, en un novedoso ejercicio multidisciplinar que ha sido bautizado como osteobiografía.

Timisay Monsalve Vargas, antropóloga y coordinadora del Laboratorio de Osteología de la U. de A., explica que el primer paso para estudiar los restos del intelectual consistió en reconstruir una línea de tiempo con base en sus biografías, memorias y correspondencia, que arrojó luces sobre varios momentos críticos que marcaron su salud.

“El Museo Cementerio San Pedro, a través de un convenio, nos convocó para apoyar ese proceso de exhumación y al mismo tiempo investigar sus restos”, explica.

En aquella indagación, Monsalve señala que la pregunta central de la investigación fue determinar cómo la vida del escritor había quedado imprimida en sus huesos y conocerlo justamente a través de aquellos vestigios.

Durante esa exploración, la antropóloga advierte que se identificaron por lo menos cinco momentos claves, comenzando por una caída de un caballo que el literato sufrió en 1897 cuando subía a El Guarzo (hoy conocido como el municipio de El Retiro); un segundo momento comprendido entre 1898 y 1926, en el que tuvo buena salud; y otros tres momentos entre 1927 y 1940 en el que varias afecciones como la diabetes, ceguera, ciatalgia y reumatismo empezaron a cobrarle factura.

En la primera caída, tal como se lee en algunas cartas, se sabe que Carrasquilla se afectó una de sus rodillas y tuvo que usar muletas durante por lo menos 13 meses.

Este periodo, advierte Monsalve, dejó rastros en sus huesos pisiforme y piramidal de su mano derecha, tras desarrollar una artrosis que comenzó a causarle dolor a la hora de escribir.

Así mismo, sobre el hueso cubital, los investigadores encontraron una apófisis (una especie de saliente), que también le acarreó padecimientos.

Tras ese primer momento, el escritor atravesó por un periodo de buena salud, que en su correspondencia él mismo calificó como una “salud de bobo”, haciendo referencia a un momento estable en su vida.

Sin embargo, hacia 1927, comenzó a reseñar en su cartas estar nuevamente con problemas para moverse, usando las expresiones de “tullido”, “inválido”, “fregado” y “jodido”.

Para ese mismo periodo, advierte Monsalve, en la correspondencia familiar también aparecen referencias sobre un “ataque de ciática” y varias inyecciones que le fueron aplicadas para aliviar padecimientos reumáticos.

Al cruzar esa información con los restos óseos, la investigadora cuenta que pudieron constatar que alrededor de esos años, Carrasquilla sufrió una fractura en la cadera derecha, dejándole secuelas por el resto de su vida.

“En esa articulación nosotros encontramos algo que se llama eburnación; es decir, que por el roce entre las partes se ve brillante”, apunta, explicando que esta es una las principales razones que dan cuenta de la invalidez que sufrió en su vejez.

Asimismo, sobre la muñeca de su mano izquierda, los investigadores encontraron fracturas en su hueso radial y rastros de una pseudoartrosis, que le impidieron usar ese miembro con normalidad desde aquella época.

Como si se tratara de un rompecabezas, la antropóloga cuenta que otra de las pruebas que dan cuenta de estos padecimientos es la famosa fotografía que durante su vejez el escritor se tomó con Fernando González, en la que, si se agudiza la vista, puede constatarse como su mano izquierda se encuentra torcida.

En los análisis óseos, el laboratorio también pudo constatar que Carrasquilla sufrió de osteoporosis, la cual también encaja con otras fracturas que pudieron observarse en su columna vertebral.

“Sigo lo mismo de tullido, de inválido, de fregado y de jodido. No me falta sino poner escuela y conseguir Niño Dios, para estar lo mismo que mi héroe Dimitas Arias”, escribió Carrasquilla en una carta del 7 de octubre de 1928, dirigida a Ignacio Cabo.

A todas estas huellas se suman los rastros que el mismo escritor dejó en su obra sobre su estilo de vida, en el que su tabaquismo (se estima que consumía cerca medio centenar de cigarrillos por día, de la entonces célebre y desaparecida marca “Dandy”) y el consumo frecuente de alcohol también le pasaron factura, contribuyendo a la aparición de afecciones como la diabetes y arteritis obliterante.

Hacia sus últimos años de vida, todos estos padecimientos siguieron avanzando y le generaron graves problemas circulatorios, que explican una gangrena seca por la que tuvieron que amputarle su pierna izquierda en su lecho de muerte.

Además de esa amputación, otro de los descubrimientos de los investigadores estuvo en el dedo chiquito del pie derecho, en el que también logran observarse rastros de una gangrena.

“Lo que concluimos es que si en ese momento, hacia diciembre de 1940, no se hubiese muerto, poco tiempo después le iban a amputar la siguiente pierna por la gangrena. Eso quiere decir que no hubiese sido solo la arteritis obliterante, sino fundamentalmente la diabetes la que lo afectó”, explica.

Bajo ese contexto, los investigadores consideran que resulta una especie de milagro literario que Carrasquilla continuara adelante con la escritura de su obra, incluso dictándola, y lograra dejar un legado invaluable para la cultura antioqueña.

Pese a esos dolores, como si se tratara de una paradoja, otras características de los huesos, como por ejemplo un cráneo robusto, también cuentan la historia de un hombre que llegó a la vejez con vitalidad. “Esa es como la paradoja, una contradicción, para una persona con esa fracturas y rastros de consumo de tabaco y alcohol, llegar a los 82 años con esa vitalidad. Esto lo re ubica en un lugar más importante de la creación literaria, un ser humano que es capaz de escribir, de crear, bajo esas condiciones de dolor”, concluye Monsalve.

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