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Burocracia y posible corrupción quebró Cooperativa de Café Los Andes

Liquidación de De los Andes, la más grande de Antioquia, tiene en el limbo a 3.600 cafeteros.

  • Desde el anuncio de la liquidación, en los rincones del Edificio del Café, en Andes, prima un ambiente de incertidumbre. FOTO ManueL Saldarriaga
    Desde el anuncio de la liquidación, en los rincones del Edificio del Café, en Andes, prima un ambiente de incertidumbre. FOTO ManueL Saldarriaga
25 de marzo de 2022
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Desde hace más de una semana, la tienda de De Los Andes Café se ha convertido en un lugar de duelo para decenas de caficultores del municipio de Andes. Como si se tratara de unas exequias, este emblemático espacio del Suroeste es uno de los sitios en donde los exasociados de la cooperativa de caficultores más grande de Antioquia se han dado cita para compartir su tristeza, indignación, incertidumbre y hasta escepticismo.

Aunque durante los últimos diez días los coletazos del proceso de liquidación ya comienzan a sentirse, durante la mañana del pasado miércoles las máquinas de café y las registradoras de ese punto de venta se mantenían encendidas como si se tratara de un día normal.

Mientras en varias veredas del Suroeste ya había comenzado el cierre de los primeros diez almacenes de venta de insumos y materiales agrícolas, en las mesas de esta tienda ubicada en el primer piso del Edificio del Café los caficultores discutían sobre su incierto futuro.

“Esto se venía venir desde hace más de cinco años”, decía con desengaño Alexander Taborda, uno de los caficultores que ve con ojo crítico los manejos financieros que tuvo la cooperativa durante su última administración.

Aunque para el agente interventor dentro de las razones que explicaron el desplome estuvieron un incumplimiento del 84% en una serie de contratos conocidos como de venta de café a futuro (con corte a finales de 2021) y un endeudamiento que se salió de las manos, para cafeteros como Taborda el asunto es más amplio.

Las voces de alerta

Tal como quedó registrado en una carta abierta firmada por más de once miembros de la cooperativa en marzo de 2019, antes de que la Superintendencia de Economía Solidaria (Supersolidaria) interviniera a la organización, ya eran varias las voces que alertaban por presuntos malos manejos.

La creación de una filial en el extranjero, a la que le fueron entregados cerca de USD 43 millones de exportaciones sin contar con auditorías externas (según alertó un informe de Consultorías Nacionales); problemas para aprobar los estados financieros de 2018; y un crecimiento inusitado de las deudas, que entonces eran más de $152.000 millones, fueron algunas de las señales que desde entonces eran vistas con preocupación al interior de la cooperativa.

Desde el punto de vista administrativo, la carta pública también alertaba por la ausencia de un “sistema de evaluación” que se anticipara a tiempo a los riesgos, un incremento repentino en los cargos burocráticos y hasta falencias en la elaboración de los inventarios de café.

“La burocratización de la Cooperativa es exagerada. Hecho absolutamente clientelista, orientado fundamentalmente a garantizar la reelección de amigos de la actual administración”, denunció aquel documento, aludiendo a las presuntas irregularidades durante la administración del exgerente Juan David Rendón.

En el peor escenario

Mientras recorría los cafetales de su pequeña finca ubicada a la orilla de la vía entre Andes y Jardín, Nabor Orlando Giraldo Velásquez, quien vivió esas fricciones desde adentro como exmiembro del Consejo de Administración, señaló que en paralelo a esa situación hay más problemas.

Aunque sobre esos indicios aún no hay pronunciamiento por parte de los órganos de control y vigilancia, desde entonces también se fue abonando el terreno para el principal dolor de cabeza que hoy aqueja a los caficultores y el mismo agente liquidador: qué hacer con los contratos de venta de café a futuro.

Concebidos como una herramienta para garantizar las ventas de los cafeteros, los contratos de futuro fueron masificados de 2017 en adelante, mucho antes de la intervención de la Supersolidaria. Al firmar cada uno de ellos, cada caficultor se comprometía a cumplir una meta de producción en un plazo de varios años y en contraprestación la cooperativa se comprometía a garantizar su compra con antelación para asegurar la rentabilidad de los cultivos.

Aunque en el papel la idea sonaba muy bien, tal como lo pensaron cerca de 1.200 asociados que los suscribieron, el panorama se complicó en 2021, cuando el clima hizo que la cosecha se redujera en un 50% y el valor de los insumos disparó los costos de producción.

En medio de un ambiente marcado por el alto precio del café, explicaron varios productores, la única salida que muchos encontraron para evitar la quiebra fue incumplir con las metas y vender el café por otra vía. Tal como recogió la Supersolidaria en su resolución, así fue el caso de 8 de cada 10 caficultores.

Según explicó Taborda, tras el inicio de la liquidación, muchos de quienes firmaron esos contratos quedaron en el peor de los escenarios. Mientras por un lado se quedaron sin la organización que les vendía sus insumos, les otorgaba créditos a bajas tasas de interés y les compraba su producción, por otro quedaron con una deuda que ahora estará sujeta a las negociaciones con el agente liquidador.

“Muchos todavía no se han dado cuenta de lo que pasó”, agregó por su parte Giraldo, señalando que tras más de seis décadas de funcionamiento ininterrumpido el hueco que deja el fin de la cooperativa es enorme.

Tan solo por el lado de los créditos, explica que, además de las bajas tasas de interés y un cupo de endeudamiento que incrementaba de forma proporcional a los aportes, para una gran porción de caficultores que arrastraban deudas desde antes, o que por su producción son considerados como pequeños, simplemente será imposible acceder a créditos en los bancos.

Esto sin contar con los apoyos en salud, educación, los incentivos por calidad y, principalmente, la función de controlar los precios en la región, para evitar que otros proveedores abusaran de su posición y pagaran las cargas por debajo de los márgenes de rentabilidad.

Frente al lío de los contratos de futuro, William Valencia, quien desde la semana pasada fue nombrado al frente de la liquidación, sostuvo que tienen la puerta abierta al diálogo y que se ha venido sentando con los caficultores y con los acreedores para encontrar salidas.

Según anticipó Valencia, por ahora el proceso está en su etapa inicial y se estaría a la espera de un informe de la revisoría fiscal para conocer con detalle cómo quedaron las cuentas de la cooperativa y qué margen de acción hay.

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