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Hace un año Medellín recibió diciembre con un promedio de 1.400 casos diarios y la promesa de una vacunación todavía lejana en aquel momento y que se materializaría dos meses y medio después.
Hoy, en vísperas del inicio de la época navideña, el panorama es mucho más favorable pero los riesgos asociados a la pandemia están lejos de superarse plenamente. De acuerdo al Sistema de Emergencias Médicas –SEM–, el 80% de los pacientes covid en UCI no tenía ninguna dosis al momento de su ingreso. El dato ilustra los retos que persisten en tanto la vacunación no alcance ese tope trazado del 90% de la población vacunada, y la interacción social decembrina propicie un aumento en los casos y una eventual presión sobre el sistema hospitalario.
Por ejemplo, la secretaria de Salud, Andree Uribe, hizo un llamado de atención a la población joven, en la que se concentra, según dijo, el aumento de casos en las últimas semanas y que posiblemente está llevando el virus a los hogares, afectando a los adultos mayores sin inmunización o sin refuerzo.
Medellín tiene capacidad para aplicar 36.000 vacunas diarias pero no ha logrado pasar de 20.000 diarias en los últimos días, evidencia de que la ciudadanía, particularmente grupos renuentes a la vacunación como embarazadas, personas entre 50 y 59 años y adultos mayores con necesidad de refuerzo por la reducción de la inmunidad adquirida, todavía no responde adecuadamente.
Con corte al domingo, Medellín había aplicado 3,5 millones de dosis, de las cuales 1.592.011 son esquemas completos. Sin embargo, quedan cerca de 500.000 personas pendientes por completar esquemas. Es decir, el 80% de la población ya cuenta con al menos una dosis, pero apenas el 47% tiene el cuadro al día.
Por eso, aunque para Carlos Andrés Agudelo, infectólogo de la Clínica Universitaria Bolivariana, es difícil que se vuelva a experimentar una alerta roja hospitalaria, estos baches en la vacunación dejan margen a situaciones que laceran a un sistema de salud ya agotado, con hospitalizaciones, gastos en pruebas e incapacidades y, sobre todo, la amenaza de posibles nuevas variantes.
Ante esto, el camino sigue siendo la vacunación. Según el SEM, del 1 al 24 de noviembre, de 190 ingresos a UCI, 132 no estaban vacunados y 43 tenían esquema completo (solo 4 de ellos eran menores de 60 años).
Agudelo dice que hay algo que le preocupa que pueda incidir en nuevas crisis hospitalarias y es que la población desestime la pertinencia de la tercera dosis, por la reducción de eficacia en la vacuna, particularmente en población adulta mayor y algunas comorbilidades después de 6 y 8 meses.
Al 1 de agosto de este año, más de 12 millones de personas en el país habían recibido esquema completo. Medellín ha aplicado poco más de 81.000 refuerzos, una cifra todavía corta si se tiene en cuenta que hay 661.000 mayores de 50 años habilitados para recibir tercera dosis, además de 305.178 personas con comorbilidades y 91.047 trabajadores del sector salud.
¿Y cómo está el sistema?
Luis Alberto Martínez, director ejecutivo de la Asociación de Empresas Sociales del Estado de Antioquia –Aesa–, señala que la red pública hospitalaria sigue débil financieramente, panorama que se hace más crítico en diciembre por el pago de primas, destinación de recursos para cesantías y liquidaciones del personal que finaliza contrato.
A los problemas tradicionales de cada diciembre, dice Martínez, el efecto dominó en todo el sistema por cuenta de la larga pandemia ha hecho que este sea un cierre de año más difícil que el resto. Por citar un ejemplo sobre el aumento en los costos, señala que una caja de guantes que normalmente costaba $18.000 ha casi triplicado su precio.
Actualmente en Antioquia hay 45 hospitales a la espera de que les sea aprobado el plan de rescate fiscal y financiero.
Mientras tanto, expone el directivo, a partir de mañana arrancan una agitada temporada con un talento humano agotado y escaso, pues muchos prestadores salen a vacaciones colectivas. Para colmo, además de la atención a pacientes covid que aumentan levemente con los días, hay una congestión prolongada en quirófanos, en UCI, hospitalizaciones y urgencias de alta complejidad por la cantidad de tratamientos, cirugías y atenciones que dejaron de hacerse durante la época crítica.
Martínez asegura que si diciembre y enero traen otro pico, el personal estará dispuesto. Esto implica mayores costos para reabrir camas UCI y contratar personal. Pero pide que el esfuerzo sea también de los ciudadanos para cruzar al 2022 con mejores perspectivas sobre el fin de la pandemia.