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Maestro de muros y de murales

Hace 25 años Carlos Maldonado, albañil, descubrió que era artista y volvió su casa una galería.

  • Cada espacio de la casa del maestro Maldonado ha sido intervenido con muralismo y pintura y por eso no sería extraño que esta se convirtiera en un auténtico museo. FOTO edwin bustamante
    Cada espacio de la casa del maestro Maldonado ha sido intervenido con muralismo y pintura y por eso no sería extraño que esta se convirtiera en un auténtico museo. FOTO edwin bustamante
  • Los colores y las obras están en su estudio y en las calles venecianas. FOTO edwin bustamante
    Los colores y las obras están en su estudio y en las calles venecianas. FOTO edwin bustamante
  • Sala, habitaciones, escaleras y todos los muros de su casa son lienzos. FOTO edwin bustamante
    Sala, habitaciones, escaleras y todos los muros de su casa son lienzos. FOTO edwin bustamante
14 de diciembre de 2020
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Pintor de brocha gorda y de pincel. Albañil y escultor de murales en cemento en alto relieve. Humilde y genial. Un iluminado del arte encerrado en el ropaje de un hombre de pueblo.

Así es Carlos Alberto Maldonado, un artista nacido en una vereda de Venecia, pero no la ciudad italiana donde las góndolas cruzan la ciudad, sino el pueblo del Suroeste de Antioquia donde queda la montaña sagrada del Cerro Tusa, símbolo de la subregión y del departamento.

A tres cuadras del parque vive este maestro, de obra y del arte, a quien un día hace 25 años le dio por dar un paso inimaginable: pasar de albañil a pintor, de estucador a muralista en relieve, de obrero a artista. Él mismo sigue sin entender cómo ocurrió, pero la evidencia de que dio el salto está en su casa, cuyos muros interiores, al no tener estudios de arte ni disponer siquiera de un taller, él empezó a convertir en galería.

“Yo era maestro de obra, desde joven le hice a la albañilería, rapidito aprendí todo y me convertí en maestro y a eso me he dedicado hasta hoy, pero yo de joven sentía que tenía la habilidad para pintar, sin haber estudiado ni nada, y un día me dio por empezar a pintar el muro del comedor, pero en relieve, porque sabía manipular el cemento”, cuenta sentado en la sala de su vivienda, cuya fachada es la de una casa común, pero que en el interior no hay rincón que no tenga una pintura, un relieve o alguna figura tallada por este artista al que en Venecia todos llaman maestro.

Empezando por el alcalde, Óscar Sánchez, quien dice que su obra es única y “la característica del cemento en relieve lo hace un artista sui géneris, dueño de una técnica que ha pulido con devoción”.

Genio que brotó del color

Con la simplicidad y gracia de un hombre nacido y criado en un pueblo, Maldonado cuenta que aquella primera vez, cuando se tomó el primer muro de la casa para empezar a realizar su obra, su compañera de viaje y quien lo acompaña desde esos mismos tiempos, se enojó: “Me dijo que cómo así, que si le iba a tumbar la casa, que qué era eso que iba a hacer ahí, y yo le dije que no sabía, pero que iba a pintar algo”, recuerda parado al frente del mismo muro, un espacio intermedio entre la sala y la cocina en el que sigue plasmada su primera obra y con la cual se ganó no solo el respeto de su esposa, también el permiso para seguir pintando y convirtiendo los muros de la vivienda en murales.

Lo que resultó de ese “no sé qué voy a hacer ahí” fue un paisaje colonial, con pájaro, flores y unas casas antiguas. Hay como mil colores en ese “lienzo muro” de dos metros.

¿Cómo lo hizo? Él dice que debe ser algo sobrenatural que le llegó de repente, porque asegura no haber ido nunca a una universidad, a una escuela de bellas artes ni a un taller de pintura o escultura.

“Yo lo que sí investigué fue lo que hicieron Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, que fueron auténticos genios y aprendieron a pintar con pigmentos y no más, para qué voy a mentir”, dice hundido en el color y las formas de los muros.

Para sí mismo, destaca logros que él considera de lo más valioso de su obra. Uno es manejar el relieve en cemento, que no es una técnica muy común en el arte. “A eso me ayudó que fui albañil y desde joven manejé el cemento, entonces todo se me hizo fácil”.

Esa fluidez en sus años de inspiración le ayudó a manejar la otra técnica. “Los difuminados con pincel son muy difíciles. Lograr que los colores se fundan y que no se sepa dónde termina un color ni dónde empieza el otro es algo que yo veo maravilloso en las obras de arte y la gente tarda años en aprenderla, pero yo la desarrollé sin haber hecho ningún estudio”.

Claro que no todo fluyó como el correr de un río. “Ha habido cosas que no han salido bien, pero cada día se va aprendiendo”, dice Maldonado.

Otro logro que siente suyo es el sello de sus obras: “yo me inspiro en los renacentistas, pero también en mi vida personal y mi pueblo, porque no tengo un estilo copiado de nadie: la gente me dice que tengo una mezcla de impresionismo y surrealismo, pero la verdad yo solo hago las obras que me imagino y acá (en los murales) está el resultado”.

Por eso, en la galería que es la casa Maldonado se mezclan escenas del Juicio Final y de Miguel Ángel, con el Adán Campesino, que retrata un agricultor de Venecia, o La Creación de Adán, también de Miguel Ángel, con un paisaje cafetero.

Su obra pareciera inclasificable en alguna escuela del arte. ¿Qué pasará cuando no haya más muros? El maestro no lo sabe. Por ahora sigue escarbando rincones de su casa en dónde poner mezcla de cemento para convertirla en una escultura sobrepuesta en un muro, “porque el color es la genialidad, es lo que uno lleva dentro para proyectarlo”, dice el maestro veneciano.

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