Hasta el momento, la ciudad no se ha visto oculta tras la capa de contaminación que, año tras año, se posa sobre los cielos y las montañas del Valle de Aburrá. A pesar de que el Área Metropolitana declaró estado de prevención el pasado 8 de febrero, las 21 estaciones de monitoreo han permanecido en verde y amarillo. ¿A qué se debe, entonces, que la situación haya estado controlada este año?
Esa pregunta se la trasladamos a Ana María Roldán, subdirectora ambiental del Área Metropolitana. En primer lugar, respondió que el estado de prevención se declaró más temprano que en años anteriores. Esto se hizo con la intención de poder reducir las emisiones antes de llegar a marzo, el periodo más crítico.
El tercer mes del año es el más complejo porque es cuando se genera una “estabilización”. Eso quiere decir, en palabras de la subdirectora, el cambio de época seca a época de lluvias, o viceversa. Cuando eso sucede, los vientos disminuyen y eso permite que las partículas contaminantes se queden atrapadas. “Esa estabilidad genera que haya menos vientos, lo que produce mayor nubosidad y menor radiación. Todo eso, combinado, hace que las partículas PM 2.5 no puedan salir del Valle de Aburrá”, explicó Roldán.
Eso pasó, por ejemplo, el año anterior. Desde mediados de febrero de 2020 se declaró el estado de prevención. Sin embargo, ese año hubo un factor externo que jugó en contra de la calidad del aire: los incendios en el sur del país. Por eso, a finales de marzo, en plena cuarentena, la calidad del aire seguía siendo crítica.
En la semana entre el 20 y el 27 de marzo de 2020, ocho estaciones de monitoreo subieron a naranja. Este año, en cambio, todavía no se ha marcado naranja aún (ver gráfico).
Como consecuencia de lo anterior, el 28 de febrero de 2020 se declaró estado de alerta y se instauró el pico y placa ambiental de 24 horas. Sin embargo, como lo reportó EL COLOMBIANO, la calidad del aire no mejoró hasta comienzos de abril. En total, el aire del área metropolitana tardó 36 días para normalizarse, es decir, solo después de ese tiempo las 21 estaciones de monitoreo volvieron a verde.
“Este año, a diferencia del anterior, no tenemos reportes de incendios de cobertura vegetal. Eso provocó que cambiaran los pronósticos que teníamos y nos aumentó la contaminación. Por fortuna, este 2021 no tenemos ese problema”, comentó Roldán.
En lo que va de este año, todas las estaciones se han mantenido entre verde y amarillo. En números, han estado midiendo entre 15 y 26 partículas PM 2,5 por millón. Esas son las más dañinas para la salud, explicado, entre otras cosas, por su pequeño tamaño y composición. Para declarar alerta naranja, tres estaciones deben permanecer al menos tres días en ese color, o sea, por encima de 37 partículas por millón. “Por ahora, las mediciones están dentro de lo que habíamos pronosticado. En marzo tenemos más probabilidades de que suban a naranja. Pero, por ahora, lo que podemos decir es que las lluvias y la ausencia de incendios nos han ayudado”, puntualizó la subdirectora ambiental.
Entre las medidas tomadas este año sobresale el pico y placa para vehículos de carga. En marzo, dijo Roldán, no podría descartarse la imposición de un pico y placa ambiental para vehículos particulares.
Las medidas tomadas, recordó Roldán, están dentro del Plan Operacional para enfrentar Episodios de Contaminación Atmosférica en el Área Metropolitana del Vallé de Aburrá (Poeca).