No hay manera de matizar el fracaso como sociedad que representa el balance de lesionados por pólvora en Antioquia en poco menos de dos semanas de diciembre. En el último reporte del Instituto Nacional de Salud la cifra de lesionados llegó a 63 casos, 33 en Medellín que casi triplica los casos de cualquier otra ciudad en Colombia.
Del total de casos, 44 son adultos y 19 menores de edad. Seis personas han resultado amputadas, pero la lista de afectaciones es extensa: 17 lesiones en rostro, 15 en mano, 15 en miembros superiores, 6 en tronco, 6 en miembros inferiores, 6 lesiones de daño ocular, 4 de cuello, 2 con daño auditivo, 1 en pie y otra lesión en genitales.
Entre los últimos casos están el de un bebé de un año de vida en Medellín que resultó con quemaduras de primer grado en brazos al observar mientras quemaban una bengala a su lado. También en Medellín, otro niño de cinco años resultó con daño auditivo mientras observaba detonar bengalas.
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Y es que, aunque todavía muchos no lo crean o se nieguen a reconocerlo, el problema de la pólvora no es solo de los sinvergüenzas que la queman sino de toda la ciudadanía que queda a merced de los potenciales daños. En Antioquia, 32 de las víctimas estaban manipulando directamente pólvora, pero otras 22 personas estaban observando. Lo que según la líder de Epidemiología de Medellín, Rita Almanza, configura también una responsabilidad porque la mayoría de las veces estos casos se dan en contextos en los que las familias y personas cercanas a las personas que manipulan pólvora alientan de alguna manera la práctica e, incluso, la convierten en una actividad familiar en medio de las festividades, lo que evidentemente pone en riesgo a todos sus integrantes.
Pero más impotencia causan los casos en los que las personas estaban totalmente ajenas a este tipo de prácticas. Personas que estaban en sus casas desprevenidas y hasta buscando refugio de la pólvora y aun así terminaron lesionadas. A seis personas les ocurrió esto en Antioquia en lo que va de la temporada decembrina. En los últimos días, la ciudadanía fue testigo de los videos angustiosos que dejó la malsana práctica de unas adolescentes en el municipio de Remedios, que sin el mayor asomo de empatía o respeto por la vida decidieron jugar a la guerra de bengalas en plena calle lo que provocó que una de las bengalas detonara al interior de un almacén donde se encontraban tres personas, una de ellas un bebé que quedó aturdido por la detonación mientras una mujer resultó con lesiones. Las tres menores fueron identificadas y recibieron una sanción social al ser obligadas a ofrecer disculpas públicas, mientras que sus padres y acudientes se enfrentan a millonarias multas.
Las víctimas no han sido solo humanas. El Parque de la Conservación informó que tres animales fallecieron por afectaciones directas de la pólvora: una lora, así como un chigüiro y su cría. La estela de muerte se regó también en el Oriente, donde reportaron en Guarne y La Ceja muerte de perritos, mientras que en Medellín se conoció el caso de un perro que en un estado de shock por las detonaciones se lanzó de un octavo piso.
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El grave panorama no termina. 26 personas han requerido hospitalización, trece de ellas en Medellín, un aumento del 225% respecto a las hospitalizaciones en los primeros 10 días de diciembre de 2024. Esto, sumado a la presión que tienen los servicios de urgencia por casos como riñas, accidentes de todo relacionados con la época decembrina ponen a la red hospitalaria en una situación complicada, cuando faltan todavía los días críticos, 24, Nochebuena, 31 y año nuevo.
Desde ya puede hablarse de fracaso, de toda la ciudadanía y también de las autoridades, de la Gobernación de Antioquia y las alcaldías. Aunque este año las campañas y estrategias trataron de anticiparse y comenzar actividades un mes antes de diciembre, los datos revelan que falta todavía mucho alcance. La cifra de lesionados en Antioquia aumentó 24,5% respecto a la misma fecha de 2024, mientras que en Medellín el aumento es del 50%.
En los últimos días circularon videos de ciudadanos cansados de esta práctica y sus nocivos impactos y se han visto cómo le hacen frente a los irresponsables confrontándolos en vía pública y echándoles hasta agua. Eso queda, que la ciudadanía cada vez sea más consciente de que la pólvora no es ningún sinónimo de fiesta, sino de dolor y daños.
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