El volcán de la isla española de La Palma cumplió este sábado, 25 de diciembre, un total de diez jornadas en calma, los necesarios para dar oficialmente por terminada la erupción, luego de más de tres meses de actividad.
“La erupción ha terminado”, dijo en rueda de prensa Julio Pérez, consejero de Administraciones Públicas, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias. “Los signos registrados hacen tener esa certeza: no hay lava, no hay gases significativos, no hay sismos, no hay tremor, no hay deformaciones significativas”.
Pese a las buenas noticias, adelantó el funcionario, el fin de la actividad volcánica no significa el fin de la emergencia, sino el regreso paulatino y ordenado de los afectados.
El Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) pidió a las personas que se acercan a la zona sur de la erupción (para limpiar viviendas) que tengan la precaución de ventilar las casas antes de entrar, pues pueden acumularse gases nocivos para la salud, y alertó de que en ningún caso debe accederse a lugares situados bajo el nivel del suelo, como garajes o sótanos.
No obstante, las autoridades señalaron que la calidad del aire se mantiene en niveles buenos o razonablemente buenos, tanto en cuanto a dióxido de azufre, como de partículas inferiores a diez micras (PM-10).
Así mismo, la situación actual en La Palma ha permitido que se inicie el plan de emergencia para la reconstrucción del sistema de electrificación, después de que las coladas hubieran destrozado 130 kilómetros de líneas eléctricas, 85 torres de media tensión, 1.500 postes de madera de baja tensión y 19 centros de distribución.
En estos tres meses de erupción, la lava emanada del volcán de Cumbre Vieja, cuyo cono se eleva a 1.122 metros sobre el nivel del mar, afectó más de 1.240 hectáreas y obligó la evacuación de miles de personas.