A menudo, cuando los mayores recuerdan tiempos pasados, rememoran también los precios antiguos de las cosas. “En mi época con cincuenta pesos (o hasta centavos) se compraba todo esto”, dirán, y tendrán razón: el costo de la vida, el valor de la moneda y la inflación fluctúan con los años y, con ellos, los precios de los productos.
¿Qué decir, entonces, de uno de los cuestionados precios modernos, el de las boletas para los conciertos o eventos?
Cuando el 29 de noviembre de 1992 los fanáticos de Guns N’ Roses vieron a Axl Rose y compañía salir al escenario del estadio El campín, en Bogotá, habían pagado $15.000, $25.000 o $30.000 pesos por las boletas para entrar al espectáculo.
Esto, si no las compraron a un revendedor a las afueras del estadio.
Los precios oficiales fueron $15.000 para oriental, $25.000 para occidental y $30.000 para la gramilla, que no estaba dividida en diferentes localidades, como ocurre hoy en día.
Según información del Banco de la República, el salario mínimo de la época era de $65.190 pesos. Con esto, las boletas valían entre el 23 % y 46 % del mínimo de la época. Muy diferente a las actuales, que oscilan entre $194.000 (cancha general) y $940.000 (platino, incluyendo IVA) y corresponden a valores entre el 28 % y 136 % de un mínimo.