Entre los hábitos que influyen en la presión arterial, el consumo de alcohol es uno de los más extendidos y normalizados en la población adulta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 1.200 millones de personas en el mundo tienen esta condición.
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El consumo de alcohol, de leve a moderado, se asocia con aumentos de la presión arterial, y dejar de beber, incluso menos, puede conducir a reducciones clínicamente significativas, según un estudio del Instituto de Ciencias de Tokio. Publicada en la revista especializada en cardiología JACC, los hallazgos de esta investigación muestran que pequeños cambios en el consumo de alcohol pueden ser una estrategia para mejorar y controlar la presión.
Está establecido que la ingesta de bebidas alcohólicas contribuye a la presión arterial elevada, el que a su vez es uno de los mayores factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular. La guía AHA/ACC 2025 –que es el conjunto de recomendaciones que cada año saca la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología con la evidencia más reciente en el campo de la cardiología– hace recomendaciones por fuera de los medicamentos para manejar la presión alta y una de ellas es la abstinencia o limitación de alcohol de una o menos bebidas al día para mujeres y dos o menos para los hombres.
Sin embargo, el impacto de los cambios en los hábitos de consumo de alcohol, de leves a moderados, en particular el abandono del consumo, sigue siendo incierto, especialmente en las mujeres y en los diferentes tipos de bebidas. Lo que hizo el estudio de la institución japonesa fue determinar si dejar de tomar se asocia con una mejora en los niveles de la presión en bebedores habituales y si comenzar a beber afecta este síntoma en personas que no suelen hacerlo con frecuencia.
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