Casi desde el mismo momento que comenzó el ensayo de Los Hispanos con Filarmed, la gente del público -tres o cuatro personas sentadas a un lado del salón del antiguo Éxito del Cafetero- comenzó a moverse en las sillas rimax, a seguir con el cuerpo un ritmo que ha acompañado a los colombianos por sesenta años. Justo en este ensayo, las canciones que se han convertido en himnos de la nostalgia decembrina suenan grandes, llevadas al lenguaje filarmónico. Son las mismas, pero de alguna manera distintas. Los músicos preparan el repertorio del concierto que tendrá lugar el 27 de septiembre, a las ocho de la noche, en el Teatro Metropolitano.
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El compositor Julio César Sierra fue el encargado de traducir al lenguaje orquestal los compases de Adonay, Boquita de caramelo, Fantasía nocturna y los demás éxitos que el público escuchará en este concierto. Para él la magia del chucu-chucu -nombre peyorativo puesto en Cali a las canciones de Los Hispanos, que con el tiempo se convirtió en otra cosa- radica en la capacidad de contar la vida cotidiana de Medellín de los sesenta y setenta. “Esta es la verdadera primera música urbana autóctona de Medellín. El mal llamado chucu-chucu es el único ritmo urbano nacido en esta ciudad”, dice Sierra, que tiene herramientas para llegar a esta conclusión. Al fin y al cabo fue el Keyboardist and Band Director de Nicky Jam y J. Balvin.
Una breve historia de la palabra chucu chucu da una idea de la relevancia discográfica de Los Hispanos. En los setenta la gente de Cali se encandiló con las canciones de la salsa dura, en particular con las de Ricardo Ray y Bobby Cruz. Sin embargo, en Medellín las sensibilidades iban por otras sendas, en particular alimentadas por el magnetismo de Gustavo Quintero, conocido por la posteridad con el apodo del Loco. Así, los de Cali llamaron chucu chucu a las canciones paisas, tratando con ello de bajarlas de estatus. Las cosas fueron distintas.
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El maestro Jairo Jiménez, director y fundador de Los Hispanos, se saca la espinita al contar la anécdota de las dos casetas que se alistaron hace años en la feria de Cali. En una estaban Willie Colón y artistas de ese estilo y en la otra, Los Hispanos.”La caseta de la salsa quedó completamente desocupada mientras la nuestra estaba a reventar. Ahí nos dimos cuenta de que la música de Los Hispanos y la música bailable de Colombia está sumamente ligada a la alegría nuestra. Es autóctona, la llevamos en la sangre”, dice minutos antes del ensayo con la Filarmed.
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Todo esto suena muy antiguo. No es así. Este concierto tendrá la peculiaridad de unir el pasado con el futuro. Y lo hará por el público que irá a escuchar las canciones de Los Hispanos y por la presencia en la tarima de Daniel Rueda-Blanco, uno de los más prometedores directores sinfónicos colombianos. Con estudios en la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena, Rueda-Blanco ha sido director asistente de la Orquesta Sinfónica de Aarhus (2022-2023) y director titular de la Orquesta de Cámara del Conservatorio de la U. Nacional.
