El primero en recibir un Premio Nobel de Paz en América Latina fue Adolfo Pérez Esquivel. En 1980, cuando a América Latina la invadían las dictaduras, el argentino defendió la lucha pacífica por la justicia y la libertad. Hoy, 36 años después, cuando el turno del galardón es para otro país de la región, el líder se mostró emocionado y manifestó que “la paz no se regala, se construye”, de manera que, para él, el premio a Juan Manuel Santos contribuye a fortalecer qué viene trabajando, e invitó “a seguir construyendo para el fin de la violencia, de violaciones”.
Después de Arias, en la lista de los galardonados latinoamericanos está la líder indígena Rigoberta Menchú, Premio Nobel de Paz en 1992. Ella, testigo del drama y del dolor que dejan tras de sí las guerras civiles, pues en el conflicto armado interno de Guatemala (1960-1996) perdió a sus padres y a un hermano, expresó su deseo de que se ponga el fin definitivo a más de 52 años de conflicto colombiano.
“En medio de todo este río revuelto se pierde más en la guerra que en la paz”, expresó la activista a la Agencia Efe, quien animó a todo el mundo a formar parte de una “obra maravillosa” por la humanidad, como es la paz en Colombia.
“Yo tengo mucha fe en que no muera más un soldado, un guerrillero o un civil por este conflicto”, enfatizó Menchú, quien también abogó por ser “racionales” y pensar en las nuevas generaciones, para que tengan “la posibilidad de soñar libremente” y no tener que vivir “bajo dicotomías de un lado o del otro”.
Ya “muchos han muerto”, dijo, por lo que interpeló a la voluntad de todos, los que se han pronunciado sobre los acuerdos y los que no, para continuar con el proceso, y alabó al comité noruego por su decisión, al estar “siempre atinado en los procesos más complicados de la paz”.
Acerca de Santos, aseveró que tiene ahora una oportunidad única para el fin definitivo del conflicto armado en Colombia. “El premio Nobel de la Paz es una tarima que representa un largo proceso de construcción, de diálogos, de negociaciones, de consensos nacionales y de aceptación de la diversidad”, y debe ser además una “plataforma de inclusión” de los indígenas”