Cuando en septiembre de 1985 hubo un primer deshielo por una pequeña erupción del Volcán Nevado del Ruiz, en mi calidad de representante a la Cámara por el Tolima visité entidades oficiales del gobierno nacional para reiterar mis preocupaciones, que venían de tiempo atrás. Busqué información, pero había muy poca.
Yo atendí las inquietudes de un profesor Triana, del colegio Claret, de El Líbano (Tolima), que estudiaba mucho el tema, y a quien tachaban de loco, pocos le hacían caso. Él me explicó lo que en verdad estaba pasando. Fui a Ingeominas, y allá, a raíz de eso, hicieron un primer mapa de riesgo. También visité al entonces ministro de Minas y Energía, Iván Duque Escobar. Él me respondió que “no sucedía absolutamente nada”. Volví a Ingeominas y me hicieron saber que tenían muy pocos medios. Entonces con el representante caldense Arango Monedero se hizo la citación a los ministros, para hacer un debate en el Congreso. Allí dije: “Armero va a desaparecer. Y no se le está poniendo atención a nada”. Los ministros dijeron que todo estaba bajo control. Fui al Agustín Codazzi, y allá me mostraron, 15 días antes de la avalancha, un mapa de riesgo que mostraba exactamente lo que pasó el 13 de noviembre. Técnicamente sabían lo que iba a pasar de forma precisa. Hubo una responsabilidad terrible del gobierno.
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