Quienes en las manifestaciones normales en una democracia salen ocultando sus rostros bajo capuchas, portando además elementos para provocar daños, ya están expresando que sus propósitos no son los de participar en la discusión política. El solo hecho de llevar capucha no es penalizable, pero los daños a personas y bienes públicos y privados sí. Si la Policía actúa y la Fiscalía cumple su deber, no se está reprimiendo la protesta social, ni persiguiendo la disidencia, sino el vandalismo punible, el daño a los derechos de los afectados por sus acciones violentas.
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