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Revivir el planeta

América Latina ha perdido un 94 % de su población de vertebrados, sin embargo hay esperanzas en que su biodiversidad se puede recuperar.

21 de octubre de 2022
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Para sumar un dolor más al desastre ecológico del que se habla un día sí y otro también, acaba de publicarse el informe Planeta Vivo, que revela una tremenda reducción de la vida silvestre en el mundo, pero de manera especialmente grave en América Latina y el Caribe.

Se trata de un reporte que se hace cada dos años con los datos que recaban la Fundación para la Vida Salvaje (WWF) y el zoológico de Londres. Es un estudio exhaustivo que explica las tendencias de la biodiversidad y que muestra una clara radiografía de la salud del planeta.

El informe solo habla de 32.000 poblaciones de vertebrados que pertenecen a 5.320 especies en el mundo, y pese a su especificidad, con esto es suficiente para alarmarse.

Para poner las cosas en contexto, valga decir que entre aves, anfibios, peces, mamíferos y reptiles hay unas 100.000 especies, de manera que la muestra puede ser pequeña si se contempla el conjunto general de la fauna en el mundo, pero los porcentajes que arroja el reporte siguen siendo escandalosos. Mediante el Índice Planeta Vivo (LPI) se viene controlando desde 1970 la respuesta de las poblaciones de especies a las presiones del entorno.

Resulta que a nivel global, la caída ha sido de un 69 %, mientras que a nivel regional, la peor parte se la lleva América Latina con un descenso del 94%. Luego le siguen África con un 66 % y Asia y el Pacífico con un 55 %. La pregunta inmediata es qué puede estar pasando con las demás especies que no se han monitoreado y la respuesta, lamentablemente, es que probablemente estén pasando por una situación semejante.

¿A qué obedece esta situación? Los expertos coinciden en que el cambio climático y la expansión de los territorios que el hombre dedica a la agricultura son factores decisivos. En el caso colombiano en particular, se menciona que hay un hongo que se está extendiendo rápidamente entre la población de los anfibios y que evoluciona a mayor velocidad debido a las diferencias climáticas que se tienen ahora. Mientras que las poblaciones de agua dulce, en particular los peces, se han visto diezmadas a causa de la construcción de represas que modifican el cauce de los ríos y la contaminación de mercurio en la que los seres humanos tenemos todo que ver.

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son dos problemas que están interconectados y que no son meramente cuestiones ambientales. Sus consecuencias afectan a la economía, el desarrollo y la seguridad, y en últimas a toda la sociedad por los dilemas éticos y morales que plantean. El reto mayor es cómo conjugar esa realidad con las necesidades obvias de cada país, y más en momentos de crisis tan difíciles como los que estamos viviendo.

De ahí la importancia de reuniones como la de la COP15 que se dará en Montreal el próximo diciembre. Esta es una convención de Naciones Unidas que reúne a representantes de todos los países para fijar metas sobre cómo conservar la biodiversidad mediante un uso sostenible y repartiendo equitativamente los beneficios de los recursos naturales. Algo así como pactar el ser razonables con los recursos que tenemos.

Hay muchas esperanzas puestas en esta reunión. Primero, porque se espera que sea un espacio de reflexión para entender cómo nos relacionamos con la naturaleza y que políticas se pueden implementar para salvaguardar el futuro del planeta en materia de biodiversidad. Y segundo, porque lo que allí se concluya, si de verdad surge un compromiso serio de parte de cada uno de los países participantes, será fundamental para corregir, durante la próxima década, esas estadísticas que muestran el deterioro de la fauna y recuperar parte de lo que se ha perdido.

Hay esperanzas, porque la mentalidad está cambiando y vivimos un momento de concientización sobre nuestro entorno. También porque la tecnología ha evolucionado de manera tal que se puede usar como herramienta para reparar daños a la naturaleza. Lo que se necesita esta vez es sellar un compromiso mundial que lleve a la acción. Por el bien de todos, esperamos que así sea

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