Las medidas del gobierno chino, que se demoró en dimensionar el tamaño de la crisis ocasionada por el coronavirus, Covid-19, y que después actuó radicalmente para controlar los contagios, e hizo un círculo sanitario de cuarentenas con ese propósito, tuvieron un costo económico enorme. Esa situación afectó a la economía china y, por ese camino, a la mundial.
El primer canal de transmisión de la enfermedad hacia la actividad económica fue la perturbación de las cadenas de suministro de muchas empresas multinacionales en virtud de la inmovilización de millones de trabajadores. Los grandes grupos son hoy muy dependientes de las fábricas chinas, gracias al tamaño de esa economía que representa el 16 % del PIB mundial, 40 % de las exportaciones mundiales de productos textiles y de vestuario, y 26 % de las exportaciones de muebles. China además consume vorazmente materias primas que necesita para surtir a su industria manufacturera.
El PMI (siglas de Purchasing Managers’ Index), el mejor indicador de la situación económica coyuntural construido con las respuestas de los empresarios, muestra cómo en febrero decayó la actividad de la economía china. En el sector manufacturero el indicador pasó de 50 en enero a 35,7 en el mes siguiente. En el resto de la economía la caída es aún más dramática, pasando el PMI de 54,1 a 29,8, explicada por la pérdida de dinamismo de la construcción (de 59,9 a 26,6) y los servicios que cayeron 30 puntos.
Los resultados del PMI chino, los primeros conocidos después del comienzo de la crisis, marcan ya las evaluaciones del tamaño del choque económico ligado a esta epidemia. Se estima que el crecimiento económico chino de este año, fijado en un 5,5 %, podría reducirse al 4 % al final de este primer trimestre, el índice más bajo desde 1992. Así mismo, diversos analistas predicen que el crecimiento mundial anual en este primer trimestre oscilaría entre el 1 y 1,2 %, arrastrado a la baja por la desaceleración de China.
La expansión del coronavirus también llevó a la baja al precio internacional del petróleo y de otras materias primas. Las refinerías chinas que anticiparon una contracción de la demanda interna redujeron su producción y sus requerimientos de crudo. El futuro del gas natural es sombrío y los compradores chinos del cobre chileno y nigeriano suspendieron sus pedidos, según la revista The Economist.
La semana pasada se produjo una segunda vuelta de los efectos económicos del coronavirus. En ese período, las bolsas mundiales borraron la integralidad de las ganancias de seis meses. El motivo fue la expansión del coronavirus por fuera de China, con nodos importantes de contagiados en Italia e Irán. Que el coronavirus afecte lo financiero además de lo real (industria, petróleo) significa un efecto negativo mayor. Los inversionistas prefieren resguardarse frente al riesgo.
La consecuencia directa para Colombia es la disminución de los términos de intercambio (precio de exportaciones/precio de importaciones) que significa que nos hemos empobrecido al caer el precio de nuestras exportaciones. Además, la reducción del precio del petróleo no solo afecta los ingresos del país, sino impacta a las finanzas estatales. La devaluación del peso, con una tasa de cambio que superó el techo de los tres mil quinientos pesos por dólar como consecuencia de la aversión por riesgo de los inversionistas, debería favorecer a los exportadores, pero estos se enfrentan al desánimo de la demanda externa. Un arranque de año muy complicado.