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La volatilidad en el precio del dólar ha sido una de las principales constantes económicas este año, lo que tiene grandes impactos en el sector productivo, en las cuentas fiscales y en el bolsillo de los colombianos.
Las fluctuaciones de la divisa estadounidense se han mantenido en una montaña rusa en 2021, llevando a que el precio del dólar se haya disparado en los últimos días por encima de los $4.000, con lo que la devaluación de la moneda colombiana alcanza el 15%. Con este comportamiento el peso quedó como una de las monedas más devaluadas de América Latina y del planeta, junto con el sol peruano, el peso chileno y el peso argentino.
Son muchos los factores que se siguen conjugando para que el dólar se mantenga al alza y se haya convertido en el dolor de cabeza del sector productivo, que no sabe a qué atenerse. Las noticias sobre el Ómicron, la nueva variante de la Covid-19, no hicieron más que echarle leña a la hoguera en la volatilidad del precio de la divisa a nivel mundial. Los inversionistas corrieron a refugiarse en el billete verde ante los temores de que nuevamente las economías comenzaran a cerrarse, lo que de hecho está pasando en algunos países. Hasta el momento no hay claridad de qué tan nociva será esta variante y que tanto puede hacer retroceder lo que se ha ganado en los últimos meses.
El precio de la divisa estadounidense ha estado impulsado por el alza en las tasas de interés de los bancos centrales, que están viendo un repunte en la inflación por la mayor reactivación económica. Ese es el caso de Estados Unidos, que ha registrado un incremento en la inflación de 6,2% anualizada a octubre de este año, la mayor cifra en los últimos 30 años. Es decir, que la fiesta de las tasas bajas llegó a su fin.
En Colombia, el Banco de la República también ha seguido ese camino y ha venido subiendo las tasas, desde el nivel más bajo de 1.75% en plena pandemia, hasta el 2,5% en octubre pasado, con el fin de desacelerar la inflación que supera el 4% anual. El mercado no descarta una nueva subida de tasas antes de finalizar el año.
Pero hay otros factores que para el caso colombiano podrían tener un impacto más grave en el precio del dólar que el propio Ómicron. La incertidumbre política es uno de ellos. Los analistas creen que los mercados nos están castigando de manera anticipada, como ocurrió en Perú y Chile, donde se presentó una fuerte devaluación de sus monedas en los umbrales de sus procesos electorales.
Las recientes declaraciones de Gustavo Petro, en el sentido de que si llega a la presidencia suspendería la exploración de petróleo, agitan más las aguas y le pone una cuota mayor de incertidumbre al manejo de la economía en los próximos años. El temor es grande si se tiene en cuenta el impacto del petróleo en la economía colombiana porque cerca del 30% de las exportaciones corresponde a la venta de hidrocarburos.
Hasta el momento el alza en el precio del dólar podría tener más efectos negativos que positivos en la economía porque los productos importados se encarecen, lo que afecta el comportamiento de la inflación. Las importaciones vienen creciendo de una manera vigorosa- a septiembre llegaron a U$42.536 millones-, mientras que las exportaciones, a pesar del fuerte impulso del dólar, siguen rezagadas y llegan apenas a US$28.531 millones, lo que comprueba el desequilibrio en la balanza comercial.
El alza del dólar también tiene un impacto en la deuda externa del país, publica privada, que supera los US$156.000 millones. La devaluación del peso ha provocado un abaratamiento de las empresas, y por eso se ven Ofertas Públicas de Acciones (OPA) como las agresivas que ha lanzado Gilisnki por las empresas del GEA. El alza del dólar favorece a los extranjeros que visitan al país, pero golpea los bolsillos de los que viajan al exterior.
Tal como están las cosas los colombianos tendremos que seguir acostumbrándonos a los vaivenes del dólar y tomar medidas para disminuir el impacto de sus fluctuaciones.