El PIB colombiano creció en el primer trimestre un pálido 1,1 % anual, en relación con el primer trimestre de 2019. La cifra sorprendió a los analistas, ya que en enero, según el Dane, la economía se expandía 4,1 % y en febrero 4,8 %. Las medidas sanitarias de marzo tuvieron el efecto de frenar en seco algunos sectores, con lo cual se produjo un decrecimiento de 4,9 % en ese mes.
El dato no parece malo si se le compara con otros países de la región. El PIB de Chile, por ejemplo, creció 0,4 %, mientras que la economía del Perú se contrajo 3,4 % en el trimestre, arrastrada por una caída de 16,3 % en el mes de marzo. En contraste, el impulso que llevaba la economía colombiana desde finales de 2019 y que persistió en el primer bimestre de 2020 le alcanzó para escapar, por ahora, a las cifras negativas y destacarse en América Latina.
El primer trimestre económico es de transición hacia un resto del año muy complicado. Los sectores que tuvieron malos resultados como explotación de minas y canteras (-3 %), construcción (-9,2 %) y actividades artísticas (-3,2 %) fueron los primeros damnificados de las medidas sanitarias. El primero, golpeado por el desplome de la demanda externa como consecuencia de los confinamientos en Europa y Asia; los otros, por la suspensión nacional de obras y la disminución en la afluencia de público, respectivamente. Por su parte, la industria manufacturera (-0,6 %) y el comercio (0,9 %) desaceleraron de forma drástica en marzo, aunque algunos de sus subsectores están creciendo por el papel que tienen como actividades prioritarias. La excepción notable fue el crecimiento del sector agrícola (6,8 %).
Como se sabe de la experiencia internacional, el impacto en la economía se da en buena medida en los servicios. La información para Colombia todavía no muestra al comenzar el año un deterioro notable en esas actividades, que con alta probabilidad sí se tendrá en los meses siguientes. La mayoría de ellos, aunque disminuyen su dinámica, exhiben, según la autoridad estadística, crecimientos positivos en el trimestre.
Por el lado del gasto, el consumo fue la principal fuente de crecimiento de la economía y compensó la caída de la inversión (-6,7 %) y de las exportaciones (-6,1 %). A pesar de un desempleo cada vez más alto, el consumo de los hogares colombianos mantuvo su dinamismo (3,8 %) gracias a la baja inflación y las reducidas tasas de interés. El consumo del Gobierno pasó de 4,1 % a 3,2 %, en parte porque los gobiernos locales estaban comenzando.
Desde el punto de vista del desempeño económico, abril fue un mes muy malo. Los pocos datos que se conocen, como el PMI de Davivienda y la encuesta de confianza del consumidor, de Fedesarrollo, advierten con su fuerte caída que se profundizó la tendencia negativa observada en marzo. Con el conocimiento del patrón observado en otros países producido por las medidas de confinamiento, se puede esperar el desplome de los servicios y las actividades industriales a niveles históricamente muy bajos. Los hogares, de otra parte, deben reducir su consumo golpeados por el desempleo y la reducción de sus ingresos.
Así las cosas, los especialistas esperan para el segundo trimestre una caída del PIB entre -9,25 % y -4 %. Que el daño sea mayor o menor depende de la reactivación escalonada de la economía, apoyada por las medidas de política económica, tanto las que ya se conocen como las que seguramente vendrán. Los líderes políticos locales y nacionales deben entender su responsabilidad en las decisiones que toman y las consecuencias económicas, por tanto de vida, de los ciudadanos.