Tanto Iván Duque Márquez como Gustavo Petro necesitan conquistar la mayor cantidad posible de votos adicionales a los ya conseguidos el pasado domingo, para ganar en la segunda vuelta. Y la “bolsa” de votación más abultada reflejada en las urnas es la del excandidato Sergio Fajardo.
Si bien los políticos son conscientes de que casi ningún candidato puede disponer la suerte y destinación de todos sus votos para endosarlos a otra campaña, también es claro que el “guiño” de quien los obtuvo se cotiza a precio de oro, electoralmente hablando.
La candidatura de Fajardo se organizó y funcionó alrededor de una coalición entre la Alianza Verde de la exsenadora Claudia López, y de una grande facción del Polo Democrático liderada por el senador Jorge Enrique Robledo. Tanto López como Robledo tienen caudal de votos pero, sobre todo, corrientes de opinión, como movilizadores de ideas y gestores de debates.
Hay, pues, por lo menos tres corrientes en esa alianza, no todas adscritas ideológicamente a la opción de centro que representaba el candidato Fajardo, siendo previsible, por tanto, la atomización del voto fajardista. Mientras el propio candidato, durante toda su campaña, fue fiel a su estilo de no generar polarización y no enzarzarse en insultos y agravios a los contrincantes, su fórmula vicepresidencial optó por continuar con su propio estilo confrontacional.
Duque y Petro buscarán concentrarse en la gran franja del centro. Por eso los mensajes de estos dos días, en los que, en algunos temas importantes, parecen haber matizado sus posiciones.
No son, hasta el momento, cambios abruptos. Son, incluso, reiteración de tesis y promesas planteadas en la primera parte de la campaña pero dichas ahora con palabras distintas. Duque reitera que no “hará trizas” los acuerdos de paz con las Farc, intentando liberarse de la desafortunada frase acuñada por el exministro Fernando Londoño durante la convención del Centro Democrático, a finales del año pasado. Petro, por su parte, ya duda sobre la convocatoria a una asamblea constituyente, idea que había manifestado de forma inequívoca, rotunda, como lo ilustran los videos de hace no muchas semanas.
A Duque se le ha recordado su posición sobre uniones de parejas del mismo sexo, favorable hace algunos años, contraria ahora, máxime cuando su campaña quedó comprometida con la fuerte presencia de grupos evangélicos y cristianos, poderosos y fuertes electoralmente. Para el 17 de junio deberá hacer un difícil equilibrio para no ahuyentar a esos votantes de centro, no polarizados.
Gustavo Petro no ha podido dispersar las dudas sobre su posición ante el régimen venezolano, no tanto el actual, del que se ha distanciado y ha calificado de dictatorial, sino del chavismo doctrinario propiamente dicho, del que se declaró simpatizante y seguidor hace años, como asesor en temas económicos.
Frente a la línea que seguirán los candidatos, atendiendo consejos y estrategias diseñadas por sus asesores para asegurar más apoyos y disminuir deserciones, lo que debe hacer la opinión pública es exigirles claridad, mensajes inequívocos, compromisos definidos. La historia enseña que la acción de gobierno dista mucho de los discursos y promesas de campaña. Pero eso no significa que los electores se resignen a escuchar solo promesas sin después exigir responsabilidades y que se honre la palabra dada..