Samuel Castro
Editor Ochoymedio.info.
Twitter: @samuelescritor
En una escena de The Post, la más reciente película del maestro Steven Spielberg, dos personajes secundarios ven una foto en la que aparece el antiguo dueño del Washington Post, Eugene Meyer, junto al esposo de su hija. Al verla elogian el buen tino del magnate al dejar a cargo del diario a su yerno en lugar de a Katharine Graham. En ese momento pasa Ben Bradlee, el editor ejecutivo del periódico y les dice que la foto y la decisión en realidad lo que transmitían era el espíritu de los tiempos en que fue tomada.
Usar el pasado para describir el espíritu de estos tiempos, quizás es la intención primordial de Spielberg al producir y dirigir una cinta que narra la participación del Washington Post en la publicación de un informe secreto, que en 1971 demostraba que varios presidentes de Estados Unidos, incluido el que se encontraba al mando en ese momento, Richard Nixon, le habían mentido descaradamente a la nación. Sabían por informes encargados por el Pentágono que la guerra de Vietnam era un conflicto perdido.
Aunque el análisis del informe fue publicado primero por el New York Times, quien recibiría el Premio Pulitzer por su trabajo, el guion de la cinta prefiere centrarse en el Washington Post porque le permite enfocarse en dos temas más urgentes para nuestros días: la lucha de una mujer, Kay Graham, por ser respetada en un mundo dominado por hombres expertos en explicarle lo que ella ya sabe, y la importancia que tuvo la solidaridad demostrada por los periodistas cuando un juez le prohibió al Times que continuara informando, con la excusa de que las publicaciones afectaban la seguridad del Gobierno.
Este enfoque del guión consigue que Spielberg nos entregue una película que se siente tremendamente actual, porque muestra que las mujeres, incluso cuando han nacido en entornos privilegiados, cargan con responsabilidades familiares adicionales (dejar desprotegidos a sus hijos y nietos es la verdadera razón de la duda de Graham frente a la publicación de los informes) y porque señala la verdadera importancia de los medios en estos días en que presidentes y políticos de toda laya los acusan de publicar noticias falsas cuando no se pliegan a sus intereses: fiscalizar al poder, recordarle sus responsabilidad. Como señala una parte del fallo de la Suprema Corte que recuerda The Post: servir a los gobernados y no a los gobernantes.
Tanto Meryl Streep como Tom Hanks ofrecen magníficas actuaciones (la primera escena que comparten, en un desayuno de trabajo, es una clase de interpretación) a la cabeza de un elenco que no desentona y en el que cada uno tendrá su momento de lucimiento, gracias a esa habilidad de Spielberg de decir cosas profundas con un encuadre o de mezclar momentos de humor y escenas emotivas con el discurso político, sin desviarse jamás de su objetivo: recordarnos que vivimos tiempos difíciles, igual que aquellos, donde sólo actuando con la integridad que demostraron Graham o Bradlee, podremos salvarnos.