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El deseo de ser invisible

20 de marzo de 2021
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Danny le pregunta a Jakob si preferiría ser invisible o leer los pensamientos de los demás. Jakob, un adolescente tímido, silencioso y con el semblante de quien lucha por contener pensamientos secretos dice que prefiere la invisibilidad, no le gustaría saber qué piensan los demás de él. Pero si eres invisible, puedes saber lo que piensan de ti porque la gente habla de ti cuando no te ven, le responde Danny. Si fuera invisible me alejaría de todo el mundo, responde Jakob. Entonces no necesitarías ser invisible, dice Danny haciendo el jaque mate de la conversación. La escena es del segundo episodio de Tales from the loop, serie de Amazon Prime que presenta una trama retrofuturista enrarecida, irreal, anacrónica.

El diálogo de los dos amigos sucede en el campo, cerca de un bosque. El escenario parece ambientado en una norteamérica rural de los años ochenta, solo que hay estructuras, edificios y artefactos fuera de lugar: el padre de Jakob tiene un brazo robótico, hay graneros que parecen radiotelescopios, silos bordeados con franjas de neón que les da un aire de cápsulas espaciales, en los márgenes del pueblo yacen máquinas en ruinas, robots, esqueletos de lo que pudo haber sido en el pasado la nave nodriza de alguna flota derrotada en cualquier guerra galáctica. Lo que resulta más inquietante de la serie es que los habitantes del pueblo no tienen sus vidas trastornadas por las señales de este futuro en decadencia, por esta realidad frágil en la cual las cosas no parecen ser lo que verdaderamente son.

Solo he visto un capítulo de la serie. Quiero transitar por cada una de sus tramas con paciencia, para asimilar lo que será un impacto telúrico en mi capacidad de percibir las historias. Tales from the loop es una historia de atmósferas y presiento que varían según el personaje en el que se concentre el punto de vista. Las tomas de cámara arrojan una luz diáfana sobre las escenas, como si una imperceptible nube de polvo rodeara todo cuanto existe en cada plano. Y ese polvo no es de este mundo, pasa desapercibido a ojos de la mayoría, pero unos cuantos, dentro de la serie, pueden sentir ese límite, tocar esa frontera traslúcida, romperla. Como Danny y Jakob, que encuentran en el bosque una cápsula abandonada, una especie de vehículo o puerta o arma que les cambia la vida una vez entran en ella.

Me gustaría contar cómo les cambia la vida a Danny y a Jakob después de este encuentro extraordinario en el bosque pero de esa experiencia solo tenemos indicios de lo que sucede por fuera de su piel; el verdadero cambio sucede detrás de la piel, dentro de sus cuerpos, en los confines encriptados de sus mentes, y reconocer este territorio vedado en el rol de espectador hace que empiece a crecernos por dentro un embrión cuyo ADN es la tristeza, el extrañamiento, la incertidumbre de lo real y el deseo de ser invisible, no para alejarnos de los demás, sino para entrar en ese mundo inasible que Jakob alcanza en el momento más crítico del episodio.

No sé lo que me espera con los episodios restantes de esta serie. Tampoco quiero averiguarlo pronto. Buscaré cada trama como quien recurre a un oráculo: escucharé los mensajes que llegan desde algún plano divino (o interdimensional) y jugaré a continuar con la vida diaria haciendo equilibrio sobre el filo de esos enigmas, pisando con cuidado y con fuerza, para no resbalar pero, sobre todo, para que en las plantas de mis pies se abran heridas que me impidan olvidar este territorio de ficción que vislumbro inabarcable.

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