El candidato republicano Donald J. Trump no parece una amenaza para los latinoamericanos ni para Colombia. Su discurso le abre las puertas a la inmigración en el marco de la legalidad, permite el intercambio económico justo y balanceado entre países y quiere dejar de ser el policía global. Sus críticas y propuestas se enfocan en las fallas que presenta el sistema norteamericano, en temas como la inmigración y la economía. Trump alude a un sistema de fronteras débiles y permeables que permiten el ingreso de drogas, delincuencia e indocumentados, comparable con los sistemas fronterizos de los países industrializados de Europa o Asia. Enfatiza la importancia de la protección y fortalecimiento de la industria imponiendo restricciones y tarifas arancelarias para resguardar la producción y los empleos.
Si la voluntad de las mayorías se impone este mes de noviembre a favor del candidato republicano, el establecimiento político norteamericano habrá ganado un terreno importante porque abre el precedente a nuevas opciones de candidaturas alternas, no convencionales del bipartidismo tradicional. Ser una figura en los medios, con capacidad económica y capaz de capturar las simpatías de los votantes, permitirá reunir un número importante de delegados y sumar las condiciones básicas para lograr la posición más poderosa del planeta.