La gestión del fiscal Montealegre fue agridulce. Más agria que dulce. El fiscal fue abiertamente protagónico en campos que no le correspondían. Opinó de todo lo divino y lo humano, sin ser esa su tarea. Eso, entre otras cosas, hace que la calificación de su mandato sea de reprobado, como en las calificaciones académicas. Y si a eso se agregan los contratos tan cuestionados (caso Springer), la enorme burocratización de la Fiscalía bajo su dirección, me lleva a señalar que fue un mal fiscal. No me atrevo a decir que el peor, pero su gestión queda reprobada.
Montealegre impulsó una reforma de la Fiscalía que todos creímos que era para tecnificarla, para darle mayor agilidad en su actuación. Y al final resultó en mera ampliación de la burocracia. Otra falla fue la creación de una innecesaria Universidad de la Fiscalía, un ente fracasado.
En el proceso de paz le prestó un flaco servicio al país, pues desde el principio consideró que no había que aplicar justicia de forma drástica a los integrantes de las Farc, desconociendo la normatividad internacional sobre crímenes de lesa humanidad como los de competencia de la Corte Penal Internacional.
No creo, no obstante, que haya habido algún tipo de condicionamiento del presidente Santos al fiscal Montealegre para que actuara de determinada manera.