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Columnistas | PUBLICADO EL 28 julio 2020
¿Qué tan poderoso es el presidente?
Por Gary Hart *
En 1975, después de revelaciones públicas de abusos de inteligencia ocultados a todos menos a unos pocos miembros del Congreso, el Senado de los Estados Unidos creó un comité temporal para estudiar las agencias de espionaje de la nación, algo que ningún comité permanente había intentado nunca.
Del que se conoció como el Comité Church (por su presidente, el senador Frank Church, de Idaho), que recomendara amplias reformas, incluida la creación de un Comité de Supervisión de Inteligencia permanente, los últimos miembros sobrevivientes somos el exvicepresidente Walter Mondale y yo.
Recientemente nos hemos enterado de al menos cien documentos que autorizan poderes presidenciales extraordinarios en caso de emergencia nacional, poderes virtualmente dictatoriales, sin controles ni equilibrios judiciales o del Congreso. El presidente Trump aludió a estas autorizaciones el pasado marzo cuando dijo: “Tengo derecho a hacer muchas cosas que la gente ni siquiera sabe”.
No importa quién ocupe el cargo, el pueblo estadounidense tiene derecho a saber qué poderes extraordinarios tienen los presidentes. Es hora de que un nuevo comité selecto estudie estos poderes y su potencial abuso, y asesore al Congreso sobre las formas en que, como mínimo, podría establecer una supervisión estricta.
Los poderes secretos empezaron a acumularse durante los años de Eisenhower. Originalmente, la razón era permitir que un presidente ejerciera el control necesario en el caso de una guerra nuclear, una posibilidad cada vez más remota desde el final de la Guerra Fría. Una disposición oscura en la Ley de Comunicaciones de 1934 faculta al presidente para suspender las estaciones de transmisión y otros medios de comunicación después de una “proclamación del presidente” de “emergencia nacional”. Poderes como estos se han desplegado con moderación: unos días después de los ataques del 11 de septiembre, una proclamación que declaraba una emergencia nacional.
Lo poco que sabemos sobre estos poderes secretos viene del Centro Brennan de Justicia en la Escuela de Leyes de New York University, pero creemos que podrían incluir suspensión del habeas corpus, vigilancia, intrusión en el hogar, arresto sin orden judicial, arrestos colectivos si no masivos y más, algunos podrían violar protecciones constitucionales.
Varios de nosotros hemos instado a investigaciones inmediatas del Congreso sobre cuáles son estos poderes y por qué se han mantenido en secreto.
A medida que se acercan las elecciones en medio de una pandemia en expansión, es muy dudoso que se realice una investigación pública a gran escala de estos poderes antes de noviembre. Pero hay tiempo para que el Congreso organice un comité selecto con el propósito de investigar y revelar estos poderes presidenciales secretos.
Entre las preguntas que deben abordarse: ¿De dónde vienen estos poderes secretos? ¿Dónde se guardan? ¿Quién tiene acceso a ellos? ¿Qué califica como una emergencia nacional suficiente para suspender prácticamente toda protección constitucional? Y críticamente, ¿por qué estos poderes tienen que ser secretos?
La primera pregunta más obvia es por qué estos poderes de largo alcance son secretos, no sólo del Congreso sino también del pueblo americano. La segunda pregunta es por qué son necesarios. Y, finalmente, ¿no debería haber una supervisión permanente del Congreso para poner en funcionamiento estos poderes? ¿Bajo qué terribles condiciones debería abandonarse nuestro sistema de controles y equilibrios entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en favor de una dictadura? Y una vez que se declara una dictadura, ¿qué se requeriría para devolvernos a nuestro histórico sistema democrático de gobierno?
Algunos descartan dichas preocupaciones como improbables. Pero gran parte de lo que ha salido a la luz en los últimos tres años y medio ha parecido improbable, hasta que sucede.
* Exsenador y exprecandidato presidencial del partido Demócrata de EE. UU.
