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Columnistas | PUBLICADO EL 24 julio 2022

Pequeñas grandes revoluciones

La gran responsabilidad en una buena negociación no es traer al otro a mi orilla, sino lograr crear un nuevo escenario que emerja a partir de la mirada de todas las partes y que funcione para todos.

Por María Luisa Zapata Trujillo - JuntasSomosMasMed@gmail.com

El país habla de cambio. La gente espera que este venga de afuera, que se instale como magia con los nuevos líderes elegidos de manera democrática. Unos esperan un cambio con optimismo y otros, no tanto; sin embargo, no se habla de nada más. Hoy me permito una reflexión como otras, en las que invito a pensar en lo que nos corresponde hacer a cada uno.

Un gran privilegio es el de poder estar rodeada de personas con fuerza, inteligencia y valentía, quienes, además de hacerse preguntas duras, quieren ser mejores para ayudar a los demás. Con ellas comparto esta reflexión por un cambio, de manera frecuente. Colegas de oficina, compañeros de Liderario, líderes barriales, del sector social y líderes empresariales, mujeres a las que admiro, familiares, amigos de la vida. Todos inquietos, todos con ganas de vivir en un país donde las oportunidades se encuentren al alcance de todos, un país sin corrupción y con niveles de desarrollo que se traduzcan en un verdadero bienestar para todos los colombianos.

Creo que debemos disponer de tres elementos fundamentales para crear nosotros mismos esta nueva realidad. El primero lo tomo de un amigo mentor, quien me enseñó que la gran responsabilidad en una buena negociación no es la de traer al otro a mi orilla, sino lograr crear un nuevo escenario que emerja a partir de la mirada de todas las partes y que funcione para todos. Esto implica paciencia, empatía y creatividad.

Lo segundo, creo que debemos ser capaces de identificar las pequeñas grandes revoluciones. Estamos llenos de ellas, nos mantienen centrados e inspirados cuando más lo necesitamos: la señora que entiende el valor que tiene brindarle todas las condiciones laborales formales a quienes puede emplear, las familias que van más allá de su relación laboral con los demás y les ayudan a tener estudio y a salir adelante., las mujeres líderes que de manera espontánea se encontraron con la posibilidad de hacer de su empresa un entorno propicio para la inclusión de personas con discapacidad, los emprendedores y empresarios que buscan que sus trabajadores tengan una mayor participación de los buenos resultados de sus empresas. Todos son pequeños grandes actos que cambian la vida de las personas y pueden llegar a cambiar a toda una sociedad.

Por último, entre estos actos revolucionarios, y nuestra voluntad de crear una nueva realidad, debemos introducir un renovado compromiso ético para que así podamos construir nuestras propias utopías. El respeto, la inclusión, los buenos modales, el carácter y el sentido común, así como el cumplimiento de las responsabilidades personales, familiares y ciudadanas, sin excusas de nada. Parecen recetas innecesarias de recalcar, pero, al mismo tiempo, parece que necesitamos una reinducción.

Que seamos buscadores de pequeñas grandes revoluciones, visualizadores y hacedores de nuevas realidades y que seamos valientes para reconstruir desde el respeto y la bondad 

María Luisa Zapata Trujillo

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