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A mi juicio, uno de los mejores animales convertidos en personajes literarios es el conejo: símbolo de la guía audaz que recibió Alicia en El País de las Maravillas, también fue un conejo el acompañante de Sofía en la reciente obra de Justin Gaarder sobre Filosofía, la literatura infantil recurre frecuentemente al peludo animal y en los poemas de los autores europeos se habla del tiempo de conejos para referirse a la mejor época. Es por eso que hoy tomo esta expresión para referirme a una forma de vivir una muy buena época.
Cervantes decía que “el que lee, va mucho, anda mucho y sabe mucho”, cuando se lee se conversa con muchas más personas, además del autor, que tienen otra nacionalidad, cultura y otra forma de ser totalmente diferente a una. Cultivar el hábito de la lectura es importante a la hora de desarrollar capacidades de empatía e inteligencia emocional.
Los historiadores ubican la primera biblioteca en Caldea (región de la Baja Mesopotamia) hacia el 1700 a. C., y la primera biblioteca nacional fue financiada por Asurbanipal, rey de Asiria, en Nínive, cuando corría el siglo VII a. C. En nuestro país hay más de mil quinientas bibliotecas públicas, eso dice el Ministerio de Cultura.
Las bibliotecas más allá de contar con numerosos libros útiles para hacer tareas o para divertirse, también desarrollan una importante agenda de extensión cultural con eventos y espacios de formación en temas de interés cultural. Como parte de su programa cultural, la Biblioteca Pública Piloto ofrece desde hace 22 años el Taller de Escritores “Manuel Mejía Vallejo”.
Desde hace muchos años estaba antojada de entrar al taller, pero solo hasta este año mi horario laboral flexible me permitió tomar el espacio de formación y disfrute. Sin ánimo de contrariar al Maestro Morales, quien nos ha dicho reiteradamente a los más de 120 participantes, “que ya no hay cupos y que por favor no hagamos más publicidad”, tomando las palabras de Cervantes, ¡En el taller se va mucho, y hasta yo en mi silla de ruedas ando mucho!
No sé qué me gusta más, si la interesante lista de lecturas, la conversación y la crítica de quienes estamos en el taller, las anécdotas y enseñanzas del Maestro o la mucha envidia que me dan mis compañeros pensionados y dedicados a leer después de quedar desocupados del desayuno. ¡Esa es mi visión de un tiempo de conejos!
Y por eso añoro que en todos los parques biblioteca y en todos los parques educativos del departamento existan Talleres de Escritores, para que la cultura haga de estas épocas de posconflicto en las que todo el mundo habla de perdón y tolerancia, un verdadero tiempo de conejos.