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Cuando a alguien le dicen Hiroshima y Nagasaki lo más seguro es que primero que le venga a la cabeza sea la bomba atómica de 1945. ¿Será que alguien piensa en algo diferente? Tristemente el nombre de ambas ciudades y bomba atómica son casi palabras sinónimas.
Aquellos escenarios de horror, esos gigantescos “hornos crematorios” como lo llamó una de las sobrevivientes, se convirtieron esta semana en un lugares de oración, reflexión y memoria. El lunes se realizó el llamado “Encuentro por la paz” en Hiroshima que presidió el Papa Francisco durante su viaje a Japón en el que participaron también 20 líderes religiosos y 20 sobrevivientes de este hecho horroroso y que durante décadas han vivido con el dolor desgarrador e incomprensible para cualquier otro ser humano de haber sido testigos de la destrucción repentina de su ciudad y de la muerte inmediata de unas 70 mil personas.
El “Encuentro por la paz” contó con unos 1500 invitados. Ellos desafiaron el mal tiempo por las frecuentes lluvias y se congregaron a escuchar al Pontífice quien tenía nueve años cuando esto sucedió y todavía lo recuerda. Así lo compartió en una reunión que tuvo el pasado lunes con el emperador Naruhito en el palacio imperial en Tokio.
Dos de los sobrevivientes de la bomba de Hiroshima, Yoshiko Jajimoto y Koji Hosokawa, dieron sus testimonios en este encuentro. “Había personas que caminaban como fantasmas, personas cuyos cuerpos estaban tan quemados que no podía distinguir si eran hombres o mujeres, los cabellos erizados, los rostros hinchados, los labios caídos, la piel quemada que colgaba. Nadie en este mundo ha podido imaginar una escena tan infernal como esta”, dijo Jajimoto de 88 años.
“Este lugar nos hace más conscientes del dolor y del horror que los seres humanos somos capaces de infringirnos”, dijo Francisco en Nagasaki el pasado domingo. “En apenas un instante, todo fue devorado por un agujero negro de destrucción y muerte. Desde ese abismo de silencio, todavía hoy se sigue escuchando fuerte el grito de los que ya no están”. Por ello el Papa dio un claro mensaje a los nueve países que poseen armas nucleares (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, India, Paquistán y Corea del Norte): “Con convicción deseo reiterar que el uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no solo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común. El uso de la energía atómica con fines de guerra es inmoral”, dijo el domingo en Hiroshima.
El Papa Francisco no se cansa de abogar por la paz de las naciones, la cual no consiste entre “un equilibrio entre fuerza y miedo” como dijo en un mensaje reciente, sino en el fruto de sociedades justas donde prime el bien común. La visita del Papa a Nagasaki e Hiroshima nos ayuda a recordar que no podemos olvidar nuestra historia, nos recalca esa “tercera Guerra mundial a pedazos” que vivimos y a la cual se ha referido en diferentes ocasiones y nos advierte que si no tenemos en cuenta nuestra historia para no repetir los mismos errores las nuevas generaciones “se levantarán como jueces de nuestra derrota si hemos hablado de la paz, pero no la hemos realizado con nuestras acciones entre los pueblos de la tierra”.