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Columnistas | PUBLICADO EL 26 enero 2022

Chinita, tráigame una changua

Por María Clara Ospina redaccion@elcolombiano.com.co

Chinita, tráigame una changua con un vasito de chicha y, para mi chino, un cuchuco con espinazo. Luego, nos gustaría un buen de pedazo de chigüiro asado con papas en chupe y dulce de uchuvas, de ese de rechupete que su mercé sabe hacer, y dígale al chivato de la mesa del lado que deje de chillar, porque está muy chinchoso y de pronto el canchoso que anda por ahí se enchicha y le da un tarascazo.

Este lenguaje es nuestra herencia, la huella de nuestros antepasados muiscas, el cual usamos a diario dando vida y testimonio de unos pueblos que vivieron en una extensa zona de nuestro territorio, más allá del altiplano cundiboyacense, más allá de los llanos de Casanare, donde abundan los chigüiros; en casi todos los Andes, donde se comen platos con chupe, pucheros, chicharrón chocho y sopa de chuguas, hibias y cubios y se escarba la tierra para matar las chizas que destruyen la raíz de los tubérculos como la arracacha.

Una lengua hermosa que se ha negado a morir porque vive en nuestras voces, porque nuestros antepasados aprendieron sus palabras de los indígenas con los que compartieron sus vidas y nosotros, de ellos, por generaciones y generaciones. Somos, sin darnos cuenta, diccionarios vivos, depositantes de una inmensa riqueza lingüística.

¿Cuántas palabras de origen chibcha creen que hay en el primer párrafo? Para saberlo, habría que estudiar alguno de los diccionarios de la lengua chibcha, como el del padre Gonzalo Bermúdez, del siglo XVI, o el de Ezequiel Uricoechea, del siglo XIX (ojalá los encuentren).

Tuve la suerte de tener una iluminante conversación con Sarita Ruiz, quien por más de 18 años ha estudiado estas lenguas maravillosas; con Tigua Nika Sua, indígena mhuysca y con la lingüista Mariana Escribano.

Amablemente me explicó la diferencia de entre el muisca, mhuysca, el ser humano que habitaba el territorio, y el chibcha, que significaba el viajero.

Ella me dio algunos significados que nos ayudan a interpretar el origen de algunas de las palabras que utilizamos: cha, fuerza viril; cho, lo bueno, trabajo; chu (chusco), amigable, que tiene chispa; chi, lo nuestro; chino, el hijo del medio; chan, hambrientos, y la terminación gua (changua), sustancia; ma (chusma), muchos.

Así que me fui con Chepe, Chucho, Chila y la Chava, que es tan chirriada, a tomarnos un chocolate y, entre chistes, chanzas y chismes, fue mucha la cháchara que echamos sobre los chibchas. Hasta que la cuchita de Chepe lo llamó para que fuera en su cacharro a pechicharla porque se sentía solita. Nosotros nos quedamos tomándonos el cuncho del chocolate, fumándonos un pucho y charlando sobre esos cuchiflíes que se compraban por chichiguas en las chisgas de los almacenes de Chapinero.

En fin, hoy me despido como me enseñó la lingüista Ruiz. Chao, amigos, palabra igual a choa, saludo que significa todo lo bueno para ti. Que Chía les ilumine la noche. Y chito, porque nunca se sabe si algún chuchumeco chinche te está escuchando.

P. D.: Agradezco a Sarita Ruiz sus enseñanzas y a las académicas Merceditas Medina de Pacheco y Mariela Vargas por su ayuda para esta columna, lo mismo que a Juan Gabriel Uribe por la recomendación del libro Antes de Colombia, los primeros 14.000 años, del antropólogo y arqueólogo Carl Langebaek  

Si quiere más información:

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