El Consejo Privado de Competitividad decidió enfocarse en el tema de las brechas de género. ¿Qué identificaron en su experiencia que los llevó a priorizar este tema?
“Lo primero es que hay una relación directa entre inequidad de género y falta de productividad. Esta inequidad genera problemas que afectan la competitividad y la fuerza laboral. Identificamos que la población femenina enfrenta barreras en acceso, flexibilidad y carga de economía del cuidado, lo que afecta la productividad del país.
Según nuestros datos, las mujeres en Colombia dedican en promedio 7 horas y 14 minutos diarios al trabajo no remunerado, mientras que los hombres solo destinan 3 horas y 6 minutos. Esta desigualdad tiene un impacto directo en la economía.
Pero también hay inequidades que impactan a los hombres y eso también nos está costando productividad. La masculinidad tradicional les impone presiones que afectan su desempeño laboral y bienestar emocional”.
Este índice es inédito en Colombia. ¿Cuál es el objetivo de los datos que van a presentar? ¿Serán utilizados en políticas públicas, estrategias empresariales o decisiones de gobiernos locales?
“Normalmente, cuando presentamos un índice, contamos lo que supimos. Pero con el IEG, lo primero que queremos mostrar es lo que no sabemos. Hay grandes vacíos de información, especialmente a nivel subnacional, sobre poblaciones diversas y sobre la interseccionalidad de inequidades. No tenemos suficientes datos sobre cómo las brechas de género afectan la economía. Por ejemplo, no sabemos con exactitud cuánto deja de crecer el PIB por la exclusión de las mujeres del mercado laboral, pero sabemos que en otros países esta cifra oscila entre el 15% y el 30% del PIB.
Queremos que estos datos sirvan para todos: para la política pública, para que las empresas tomen decisiones informadas y para que la ciudadanía entienda que esta es una discusión en la que todos debemos participar”.
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Se habla de la inequidad de género como un problema estructural. ¿Esas estructuras sociales afectan la competitividad de las empresas colombianas?
“Absolutamente. Estos estereotipos de género impactan la productividad. Por ejemplo, en Colombia, 15 millones de personas no participan en la fuerza laboral. De ellas, la mitad dice que no busca trabajo porque se dedica a oficios del hogar, y el 90% son mujeres. Si no tenemos infraestructura de cuidado, estas mujeres no pueden acceder al empleo, afectando su movilidad social y la economía del país.
Por otro lado, hay impactos en los hombres que no se analizan lo suficiente. El 80% de los suicidios en el mundo son masculinos. En Colombia, esta cifra es del 78%, lo que demuestra cómo los estereotipos de género también afectan la salud mental de los hombres. No estamos midiendo ni entendiendo cómo estos roles de género afectan a los hombres en el ámbito doméstico y laboral”.
¿Puede darnos un ejemplo de cómo estas inequidades se están transformando en otras economías?
“En Estados Unidos, por ejemplo, la brecha de género en la educación superior que antes perjudicaba a las mujeres, ahora afecta más a los hombres. Por cada 100 mujeres que se gradúan de la universidad, solo 74 hombres obtienen su título. Esto muestra que, cuando se eliminan barreras, las mujeres acceden y avanzan más rápido. Es una conversación global que en Colombia debemos empezar a abordar de manera integral”.
Las mujeres estudian más que los hombres, pero tienen problemas de acceso al mercado laboral. ¿Qué nos dice el IEG sobre esto?
“Exactamente. A pesar de que las mujeres tienen mayores niveles de educación, siguen enfrentando barreras para acceder a trabajos bien remunerados. El 60% de las mujeres con educación superior trabajan en sectores de menor productividad, mientras que los hombres con el mismo nivel de estudios acceden a mejores salarios y cargos de mayor responsabilidad.
Esto tiene que ver con las estructuras de cuidado, con los sesgos en los procesos de selección y con la falta de oportunidades en sectores tradicionalmente masculinizados. El IEG busca dar información para que estos problemas sean más visibles y se puedan tomar acciones concretas.
¿Cuál es el mensaje clave que quiere dejar con este índice?
“Que la discusión de equidad de género no es solo de mujeres, es de todos. Los roles de género afectan a hombres y mujeres de manera distinta, pero siempre con consecuencias económicas y sociales. Si no aprovechamos el talento de todas las personas, estamos frenando el desarrollo del país. Queremos que este índice sirva para que las políticas públicas y las estrategias privadas sean más efectivas, pero también para que cada persona reflexione sobre cómo estos estereotipos impactan su propia vida. Esta es una transformación que empieza por reconocer que todos somos parte del problema y de la solución”.
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Esa realidad nos podría condenar al fracaso si no mejoramos nuestra productividad y competitividad. Todas esas barreras que enfrentan mujeres y hombres afectan el desarrollo del país. ¿Cómo lo analiza?
“Sí, toda barrera que impida que el talento humano encuentre su mejor expresión afecta la productividad. Por eso hemos insistido en que necesitamos normas laborales más flexibles, porque hoy castigan a las mujeres, quienes todavía tienen una mayor carga de cuidado. ¿Por qué muchas terminan en la informalidad? Porque las reglas fueron diseñadas sin pensar en estas realidades.
No se trata de mala intención, sino de falta de visión. Quien nunca ha enfrentado una barrera, no la ve. Si tú eres altísimo, no piensas en que otros no ven desde atrás. Si nunca te ha faltado flexibilidad laboral, no entiendes su importancia. Esta falta de flexibilidad afecta a mujeres y a jóvenes, y también a hombres atrapados en roles de género que limitan sus oportunidades. Un niño con talento para el arte puede verse empujado a un trabajo físico poco remunerado, simplemente porque en su entorno se valora más la fuerza que la creatividad. Estas barreras nos impiden aprovechar el potencial de nuestra gente”.
¿Cómo convencer a los empresarios de que cerrar brechas de género no es solo un tema reputacional, sino una estrategia clave para la competitividad?
“Nosotros estamos convencidos de que la clave es que lo sientan en primera persona, en palabras coloquiales: “¿Cómo voy yo ahí?”. Muchos líderes empresariales ya han entendido que esto no se trata solo de cumplir cuotas, sino de asegurarse de que las personas tengan las mejores oportunidades para que la empresa sea más productiva.
Un ejemplo claro es la licencia de paternidad. No necesitamos esperar a que sea ley, las empresas pueden implementarla porque ayuda a que hombres y mujeres equilibren mejor su vida laboral y familiar. Si los hombres no participan en el hogar, su salud mental se ve afectada y se pierde talento femenino porque no le estamos dando las oportunidades adecuadas.
Además, la caída en la tasa de natalidad debe ser un llamado de atención para los empresarios. En 2023, la natalidad cayó un 15,6%, mientras que el promedio de los últimos ocho años era de 1,2%. Si no tenemos un entorno equitativo, las mujeres decidirán no tener hijos y eso tendrá consecuencias graves en el talento disponible para las empresas. Ya hay colegios cerrando y universidades en crisis por falta de matrícula. Esto es un problema económico, no solo social”.
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Finalmente, ¿qué podemos esperar del informe del IEG?
“El 4 de marzo publicaremos los datos completos. Sabemos que a los medios les gusta ver qué departamento quedó primero y cuál último, pero lo realmente importante es que escarben en los datos. La inequidad de género no es un problema trivial ni fácil de resolver. Es un problema enredado, pero que afecta directamente la competitividad del país”.