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El Golfo de Urabá reúne todas las cualidades para suministrar estos microorganismos, un recurso natural que impulsaría la bioeconomía nacional.

  • Según datos de la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO), el valor anual estimado de la producción de algas marinas en la industria está entre 5.500 y 6.000 millones de dólares. FOTO COLPRENSA
    Según datos de la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO), el valor anual estimado de la producción de algas marinas en la industria está entre 5.500 y 6.000 millones de dólares. FOTO COLPRENSA
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25 de enero de 2021
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Alimentos para el consumo humano, aceites, proteínas, fármacos, biocombustibles, concentrado para animales, biofertilizantes, productos cosméticos y alternativas para descontaminar las aguas se pueden producir a partir de microalgas.

Son capaces de utilizar la energía solar para elaborar biomasa, están presentes en todos los ambientes de agua, como lagos, mares y ríos, y en la mayoría de terrestres, incluso en los más extremos. Su gran número de especies y versatilidad han permitido que sean utilizadas en diferentes campos de la industria.

Estos organismos, que son distintos a los que se conocen en las playas o se comen en el sushi, son unicelulares, no tienen raíz ni tallo, solo son visibles a través del microscopio y se han convertido en una alternativa prometedora para el presente y el futuro del desarrollo sostenible en el país.

100
especies de microalgas del Golfo de Urabá hacen parte del catálogo que está en proceso de publicación.

El gran potencial antioqueño

En los últimos años se han logrado grandes avances en cuanto al uso de microalgas para productos biotecnológicos y su implementación en diferentes sectores de la economía.

En Antioquia, desde hace más de 30 años, el grupo de investigación de Biotecnología de la Universidad de Antioquia, liderado por la profesora Lucía Atehortúa Garcés, ha estudiado y desarrollado un banco sobre tres tipos de organismos y la generación de productos para diferentes áreas: microalgas, hongos comestibles y medicinales, y plantas.

Hace aproximadamente cuatro años el grupo de Investigación Océanos, Clima y Ambiente, también de la Universidad de Antioquia, liderado por el ingeniero oceanográfico Lennin Flórez Leiva, comenzó un estudio de la diversidad de microalgas en el Golfo de Urabá, que se inspiró en la observación del fenómeno de bioluminiscencia.

Así, y a través de la tesis del también ingeniero oceanográfico Lorenzo Portillo Cogollo, este equipo investigador ha podido conocer y estudiar al menos 100 especies diferentes de microalgas presentes en cerca de 80 kilómetros del mar de esta subregión antioqueña.

Según Flórez, uno de los objetivos que tienen es estudiar cómo estas microalgas pueden solventar la alimentación de la gente de las poblaciones ribereñas del golfo y, además, agregó que actualmente están trabajando en la publicación de un catálogo que cuente con fotografías y descripciones de las características de estas especies que posee el mar de Urabá.

Antioquia cuenta con todas las características para proveer de estos microorganismos a los diferentes sectores de la industria; el reto, según Atehortúa, es que haya más apoyo y que las empresas regionales y nacionales quieran incursionar en estos nuevos desarrollos.

“Hemos estudiado el potencial que tienen las microalgas y cómo las podemos aprovechar de una manera sostenible. En los laboratorios las cultivamos, multiplicamos y vendemos cepas para quienes quieran cultivarlas, pero necesitamos que la sociedad apoye la investigación y apueste por estos procesos innovadores”, afirmó Atehortúa.

Las dificultades

Aunque las microalgas cultivadas por estos grupos de investigación ya han sido utilizadas por algunas pequeñas empresas de cosméticos del departamento, el apoyo para continuar con el estudio y producción de estos microorganismos ha sido muy escaso, convirtiéndose así la falta de recursos económicos en su principal obstáculo.

Sin embargo, aun cuando les ha tocado trabajar con “las uñas”, es importante destacar que los avances, en cuanto al aprovechamiento de las grandes características de estos organismos microscópicos para el desarrollo sostenible, son alentadores.

“Actualmente estamos desarrollando microalgas como fuente alimenticia. Queremos sacar productos novedosos para lugares con poblaciones de escasos recursos. Pero para que proyectos así salgan adelante se necesita la unión Estado, universidad y empresa. Esto no es solo de la academia. Nosotros tenemos el conocimiento y sabemos cómo hacerlo, pero no tenemos los recursos económicos”, aseguró Atehortúa.

Asimismo, explicó que la idea ahora es trabajar en la creación de láminas u hostias pequeñas que encapsulen alimentos de gran valor nutricional, a partir de las microalgas, las cuales se pondrían en la boca de los bebés para alimentarlos.

80
kilómetros del mar de Urabá fueron recorridos para la exploración de microalgas.

Los retos en el país

Aunque en Colombia el uso de microalgas para biocombustibles, cosméticos y descontaminación de aguas no es nuevo, todavía falta mucho camino para una producción a nivel industrial.

Para Juan Carlos Castro, director Ejecutivo de la Cámara de la Industria Cosmética y de Aseo de la Andi, aunque ya son varias las empresas que han desarrollado productos basados en ingredientes provenientes de la biodiversidad del país, esto no ha logrado penetrar a gran escala en el mercado colombiano.

“Hay varias empresas colombianas que son pioneras en este tema, especialmente en Antioquia, que han trabajado con la Universidad de Antioquia y con la Universidad Nacional. Sin embargo, aunque haya un movimiento de ventas de estos productos, todavía no marcan una tendencia lo suficientemente fuerte en Colombia”, afirmó Castro.

Por su parte, Atehortúa expresó que, para pasar de un laboratorio a una planta de producción a gran escala, es necesario crear empresas de base tecnológica, de tal manera que se pueda generar empleo y bioproductos para impulsar a Colombia y, especialmente a Antioquia, hacia una bioeconomía global.

Los costos

Una de las razones por las que el desarrollo industrial en la biotecnología microalgal es escaso es que son muy elevados los costos asociados a las técnicas de fotobioproducción. Sin embargo, la profesora Atehortúa hizo énfasis en que, incluso las comunidades en general, pueden cultivar microalgas y producir concentrados para animales y biofertilizantes a muy bajo costo.

“Es realmente muy económico producirlas porque solo necesitan luz, CO2, que es una ventaja para el cambio climático, y los elementos que ya están disponibles en el agua. Lo que sale costoso es aislar las microalgas, purificarlas y hacer cultivos puros en los laboratorios para productos farmacéuticos o alimentos para consumo humano, ya que ahí sí tienen que estar en sistemas cerrados porque se debe evitar la contaminación”, puntualizó.

Por su parte, Castro aseguró que, de llegarse a producir a escala industrial productos basados en microalgas, su acogida dependería de que puedan garantizar la seguridad y el beneficio que prometen. Si esto ocurre, afirmó, tienen un éxito asegurado.

Por otro lado, según la Federación Nacional de Biocombustibles, luego de investigaciones realizadas por la Universidad Nacional, se pudieron identificar dos cepas de microalgas que tienen gran potencial para elaborar biocombustibles, cuya producción sería más económica.

Ahora el reto para aprovechar los grandes beneficios que estos microorganismos pueden generar en la industria farmacéutica, alimenticia, energética, cosmética y agroindustrial, sigue siendo que los sectores público y privado apoyen a los grupos que lideran estas investigaciones y le apuesten a esta alternativa

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