El cambio de matriz económica que desde hace años quiere experimentar Colombia se materializa, cada vez más, con la aparición de nuevas unidades productivas en sectores no tradicionales como las industrias creativas: diseño, publicidad, medios digitales y de software; artes y patrimonio: artes escénicas, educación y cultura; e industrias audiovisuales: música, libros y medios impresos.
Crear un ambiente propicio para que esas nuevas empresas encuentren la oportunidad de vivir, consolidarse, generar empleo y no morir en el intento es lo que tanto el Gobierno Nacional, como la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras), buscan empezar a consolidar de cara a los próximos años.
De ahí que un estudio presentado por Confecámaras, titulado Crecimiento, supervivencia y desafíos de las empresas de la Economía Naranja en Colombia, dé cuenta de cuál debe ser la hoja de ruta que busquen este tipo de compañías en el país, pero también de cuáles son las facilidades que debería ofrecer la política económica nacional.
“Hacer empresa es un acto de valentía y temerario. Hay compañías que reconocen la realidad de generar empleo. Brindamos beneficios tributarios para que las firmas de la industria creativa también tengan la oportunidad de trabajar con menos trabas siempre y cuando retribuyan algo al país”, aseguró el presidente de la República, Iván Duque.
Entre esos beneficios tributarios se cuenta el que el decreto 1669 acabó de declarar para el no pago del impuesto de renta (por siete años), para aquellas empresas que hagan parte de la economía naranja (con ingresos menores a los 2.700 millones de pesos y con domicilio en Colombia antes del 31 de diciembre de 2021), que impulsen el crecimiento del empleo formal y ayuden a transformar el aparato productivo del país.
El pendiente
Precisamente, sobre cómo generar opciones de empleo, es en lo que Confecámaras puso parte de los retos por solucionar. Si bien entre 2014 y 2018 se registró un incremento del 21,3 % en el número de empresas formales del país registradas en las actividades que se encuentran en el sector de la economía naranja (lo que representa un crecimiento promedio anual del 4,9 %), se evidencia que “en los primeros tres años la probabilidad de fracaso es mayor, ya que cerca del 50 % de las firmas creadas en este sector deja de operar”.
Y si se mira con mayor detalle, de las compañías que lograron sobrevivir, el 71 % no generaron un empleo neto (...) “y sólo el 5 % de las empresas sobrevivientes generaron el empleo formal que les permitió realizar el tránsito a pyme o gran empresa”.
“Analizamos los 32 sectores que el Gobierno considera como los de la economía naranja. Entre 2014 y 2018 se registró un mayor crecimiento y mayor sobrevivencia de ese sector. Se mantienen en ejercicio aquellas compañías que tiene más facilidades financieras como la del acceso al crédito y las que encuentran socios comerciales internacionales. Sin duda la economía naranja atraviesa por una etapa expansiva y de ahí que las compañías nacientes tengan mayores expectativas por sobrevivir”.
Dice el informe que la probabilidad de supervivencia de las firmas que exportan es del 79,4 %, en contraste con las empresas que solo se dedican a satisfacer el mercado interno, cuya probabilidad de permanencia es del 54,5 % (ver Antecedentes).
Generar un ambiente competitivo y permitir que estas compañías encuentren vías de crecimiento serían entonces fundamentales para que el cambio, que se piensa sea disruptivo, no quede en un intento. La meta es que, según el informe, las empresas identifiquen las regiones de aglomeración de los clúster (medios digitales, cultura o educación eventos en vivo) y sean estas sus zonas de ejercicio .