Como suele ocurrir cada año, el calendario de 2026 volverá a marcar el ritmo del trabajo y del descanso.
Los festivos, pieza clave en la planificación de vacaciones, puentes y agendas laborales, mostrarán una dinámica distinta frente a la que tuvo el 2025.
Este año hubo 16 festivos entre lo que llamamos “entre semana”. Dos en enero, uno en marzo, dos en abril, uno en mayo, tres en junio, dos en agosto, uno en octubre, dos de noviembre y dos de diciembre.
En 2026 serán 18 los festivos que no estarán ubicados en días de fin de semana: dos en enero, uno en marzo, dos en abril, dos en mayo, tres en junio, uno en julio, dos en agosto, uno en octubre, dos en noviembre y dos en diciembre.
Pero de igual manera, la conversación estará marcada por la jornada laboral semanal, la cual continúa aplicándose de manera gradual en el país.
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El calendario en 2026 tendrá influencia en la organización del trabajo y del descanso
De acuerdo con la Ley 2101 de 2021 con la cual se modificaba el artículo 161 del Código Sustantivo del Trabajo, a partir del 15 de julio de este año la jornada ordinaria es de 44 horas semanales, mientras que para la misma fecha del próximo año la jornada máxima será de 42 horas semanales.
Esto quiere decir que en 2026 las personas van a trabajar en promedio 2.238 horas, las cuales si se dividen en las 52 semanas que tiene el año daría un promedio semanal de 43 horas para 2026.
Esta cifra daría 104 horas menos que las totales trabajadas este año, las cuales fueron 2.342.
Al respecto, Alejandro Useche, profesor de administración de la Universidad del Rosario, señaló que con una jornada laboral más corta las personas tienen la posibilidad de disponer de más tiempo para sus actividades personales, como lo pueden ser estudiar, estar con su familia o hacer deporte.
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“Hay quienes afirman que más tiempo libre, jornadas de trabajo más cortas, ayudan a promover la productividad porque resultan en empleados menos cansados, más motivados, con más bienestar”, señaló.
Cargas de trabajo, tiempo libre y productividad en Colombia
A esto se sumó Clara Inés Pardo, profesora de administración de la Universidad del Rosario, quien dijo “si la carga de trabajo no cambia (mismo volumen, misma demanda), con menos horas por persona podría incentivarse a contratar más gente, lo que no solo genera empleo, sino que puede evitar la sobrecarga”.
Aunque Useche advirtió que también se encuentran retos, especialmente para las compañías. “El primero es que los empresarios van a contar con menos tiempo de trabajo de sus empleados y esto en algunas oportunidades se puede compensar con mayor productividad, pero en otros no”, explicó.
Una de las consecuencias que puede haber es que las empresas deban contratar más personas, lo que llevaría a que los costos de operación de las compañías aumenten, “y esto se va a reflejar en mayores precios de venta al público o en reducción de las ganancias de las empresas”, apuntó Useche.
Por su parte, Camilo Cuervo, socio de Holland & Knight, explicó que como Colombia es un país acostumbrado a trabajar ocho horas, la reducción de la jornada daría como resultado que para el fin de semana terminen sobrando cuatro o dos horas (dependiendo la reducción), por lo que el trabajo en esos días podría ser ineficiente.
“Si con lo que tenemos hoy, que son 44 horas y permite tener cuatro horas los sábados, es ineficiente, pues imagínense cuando estemos en 42 horas y solamente sobren escasas dos horas para el sábado”, indicó Cuervo.
Agregó: “En la práctica lo que yo creo que va a terminar pasando en Colombia es que las jornadas de trabajo se van a terminar convirtiendo, de facto, en jornadas de 40 horas de lunes a viernes de ocho horas”.
Ejemplos en otros países de reducción de jornada laboral
El caso de la reducción de horas en la jornada laboral en Colombia no es aislado a lo que sucede en el mundo.
Useche señaló que esos ajustes hacen parte de una tendencia amplia alrededor del mundo, en la cual se están reduciendo las jornadas laborales pensando principalmente en aportar al bienestar de los empleados y de sus familias.
El profesor de la Universidad del Rosario dio ejemplos de países como lo son Reino Unido y Bélgica, en donde se han definido semanas laborales que son de cuatro días.
“Y, por lo menos, en esos países europeos, los resultados han sido que la productividad se ha mantenido o se ha mejorado. Hay indicadores que muestran que el estado de ansiedad y de agotamiento de los trabajadores se ha reducido, y que se ha fomentado el trabajo, es decir, se ha reducido el absentismo”, explicó.
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En este argumento también coincidió Pardo, quien señaló que en otros países donde se ha implementado esta estrategia se ha observado que incluso la productividad de los trabajadores podría llegar a aumentar con ayuda de una organización adecuada.
“Con más tiempo libre, los trabajadores podrían tener mejor salud, menos estrés, más descanso. Factores que suelen traducirse en mayor compromiso, creatividad y menor agotamiento. Esto puede mejorar la calidad del trabajo incluso si las horas totales caen”, apuntó la profesora del Rosario.