Cada año, sin falta, el Instituto Humboldt, con el apoyo de distintos actores relacionados con temas ambientales, renueva su compromiso con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible entregándole el Reporte Bio, un informe del estado y tendencias de la biodiversidad continental de Colombia, que para esta oportunidad fue llamado Biodiversidad: umbrales de transformación, ya que en él recopilaron material relacionado con los motores de variación que ponen en riesgo nuestra biodiversidad y proyectaron escenarios de cambios a 2030.
Esto con el objetivo de hacer un balance sobre el medio ambiente y los recursos naturales y proponer planes de acción y de conservación que ayuden a mantener el equilibrio natural de la Tierra, con la ayuda de la mayor cantidad de gente, pues el reporte es presentado en un producto editorial impreso y en un producto digital transmedia, con el fin de que cada vez más manos se sumen a la revisión y lectura de los hallazgos de las investigaciones.
En esta oportunidad vamos a profundizar en dos de las fichas que más llaman la atención del Reporte Bio: la de Refugios climáticos y la de Mamíferos en riesgo del bosque seco tropical.
Refugios climáticos
Según el instituto Humboldt en Colombia existen más de 30.000 especies de plantas catalogadas, de las que, alrededor de 6.000, son plantas útiles. O sea, son plantas que sirven para alimentar animales, para hacer revegetación y control de erosión de suelos, para sacar combustible y ser fuentes genéticas o para crear medicamentos, materiales y venenos, entre muchas otras cosas.
Pero, ¿qué podría pasar si un día la humanidad se despierta y esas plantas ya no están?
Pensando en la respuesta obvia e irrebatible de esa pregunta, es decir, en que lo que es tan natural para nosotros nunca volvería a hacerlo, un grupo de investigadores del Instituto Humboldt, con apoyo de la National Geographic Society, desarrollaron un sistema para modelar la distribución de las especies, analizar sus posibles refugios climáticos y tomar las respectivas medidas de conservación.
Los resultados de esa investigación conforman la ficha Refugios climáticos de la edición más reciente del Reporte Bio, Biodiversidad: umbrales de transformación, y para entenderlos hay que ir por partes.
Primero, la investigación consistió en desarrollar un sistema que relacionaba los puntos de presencia o las ocurrencias de las especies con variables ambientales, que es igual a decir que el sistema decía que la especie X estaba en tal punto, con aquella temperatura y con aquella precipitación.
“Entonces hicimos esas simulaciones y luego incorporamos variables del futuro, en este caso específico, proyectamos el año 2030 bajo escenarios de cambio climático. ¿Por qué? Porque cuando uno tiene las condiciones presentes y las condiciones del futuro puede hacer un comparativo y de esa forma estimar en dónde se podrá encontrar la especie después”, explica Elkin Noguera, integrante de la gerencia de información científica del Instituto Humboldt y uno de los autores principales del estudio.
A partir de esto, identificaron que existieran refugios climáticos para 14 plantas útiles, con alto potencial bioeconómico, distribuidas a lo largo y ancho del territorio nacional, que son en las que profundiza la ficha, y también para otras 8.300 especies, de las cuales el 60% son plantas y el restante, animales.
Los refugios climáticos son una propuesta de áreas geográficas en las que las condiciones de temperatura y precipitación son más o menos estables, a pesar de los impactos del cambio climático.
Esto porque se espera que con el cambio climático ascienda la temperatura, más o menos, dos grados centígrados, y que, al mismo tiempo, las variaciones de temperatura sean muy altas. Entonces lo que los científicos llaman “refugios climáticos” son zonas que por sus condiciones topográficas altas, no van a seguir ese promedio global de los dos grados centígrados que se esperan.
“Además, esos refugios climáticos están presentes en varios ecosistemas, así que es posible encontrarlos en ríos, bosques, arbustales, en diferentes tipos de vegetación, que son las que resguardan de alguna manera otra vegetación o animales, por ejemplo, para que no haya pérdida de sus etapas de desarrollo”, anota Elkin.
Y aun así, hay que tener en consideración que los impactos del cambio climático son diferentes en todo el país, por lo que las especies que son más vulnerables ante este fenómeno se encuentran en la Amazonía, la Orinoquía y el Caribe, mientras que los refugios climáticos en su gran mayoría están asociados a las montañas andinas.
Lo bueno es que al Colombia ser un país megadiverso, tiene algunas ventajas para lidiar con todos estos problemas, en especial si todos los esfuerzos se enfocan a las soluciones basadas en la naturaleza, que es una herramienta con la que los científicos piensan que pueden contrarrestar todas esas vulnerabilidades.
En especial porque esas “soluciones implican proteger, restaurar y gestionar de manera sostenible los ecosistemas, de manera que aumenten su resiliencia y capacidad para abordar esos desafíos sociales y al mismo tiempo que salvaguarden la biodiversidad y mejoren el bienestar humano”, explica WWF Colombia.
Que es a lo que le apuntan, en el mismo sentido, los investigadores con su trabajo: a que este se convierta en una herramienta para la toma de decisiones, sobre todo si se tiene en cuenta que hay especies más resilientes que otras, por ejemplo, tal como lo arrojó el estudio en mención, la Lecythis minor será la especie que menor distribución perderá en el futuro, y la Vaccinium Meridionalis, será la que más.
“Estos biomodelos que desarrollamos son una especie de bola de cristal que nos permiten indagar y conocer estos posibles escenarios, aunque vale la pena aclarar que son escenarios: Puede ser que se cambien las trayectorias o se cambien las acciones que se están haciendo en cada región, y no ocurran. Y a eso hay que apostarle, a usarlos como herramientas para saber qué podría ocurrir y qué medidas de conservación pueden revertirlos”, agrega el investigador.
Esta investigación, que duró un año y medio, espera seguir incrementando el número de especies que tiene modeladas hasta el momento, y de esa forma difundir el mensaje de que “es importante reconocer que en nuestras manos están todas las soluciones para la conservación y para el uso sostenible de las especies”, concluye Elkin.
Mamíferos en riesgo del bosque seco tropical
De las nueve millones de hectáreas que originalmente cubría el bosque seco tropical (BST) en Colombia, solo quedan el 8%, convirtiéndose así en uno de los ecosistemas más amenazados del país entero, y uno de los más afectados por el cambio climático.
Allí, justamente, un grupo de investigadores identificaron 95 especies de mamíferos, que representan el 18% de la mastofauna nacional, lo cual deja pensar que es necesario que se vuelquen los ojos hacia las cifras y se inicien campañas para acabar con los imaginarios de que el bosque seco tropical es un lugar desértico, que solo aguarda a unas pocas especies de insectos, reptiles o aves, y que perderlo no significa nada, ya que es todo lo contrario.
“Resulta que el bosque seco tropical está tan amenazado porque se destaca en tener unos suelos muy fértiles, debido a que presenta una estacionalidad muy marcada de lluvias y de sequías, es decir, hay unos momentos durante el año en que llueve mucho y hay otros en los que hay una sequía impresionante. Y esa condición y esa presión por el clima, ha hecho que las especies que allí habitan sean más fuertes”, dice Angélica Díaz Pulido, investigadora del Centro de Estudios Socioecológicos y Cambio Global del Instituto Humboldt.
Y claro, al tener un buen suelo, los sistemas productivos agropecuarios que no contemplan a la naturaleza dentro de su operación, encuentran allí un aliado para desarrollarse con éxito, sumándose como una amenaza latente que afecta en igual medida a las especies asociadas al hábitat.
Pero esa no es la única amenaza a la que se enfrenta el BST, en igual medida hay que contar con las obras de infraestructura y las obras viales para la expansión urbana, que a lo largo de todo Colombia se han convertido en un dolor de cabeza para la vida silvestre, en especial en estos lugares, que tienen la característica de estar por debajo de los mil metros sobre el nivel del mar, y por ende, responder a las planicies, y facilitar el desarrollo de centros poblados.
Angélica, preciso, fue una de las autoras de la ficha Mamíferos en riego del bosque seco tropical, que también hace parte del último Reporte Bio, en la que se habla de todo lo aquí mencionado.
“En esa ficha hicimos una revisión de las investigaciones que se habían realizado en los últimos años sobre el BST, desde el 2014, porque antes de eso se había hecho muy poco, pero en ese año específico el Instituto Humboldt hizo una apuesta para compilar la información de este ecosistema y para mostrar y presentar al país la urgencia de conservarlo, pues conservándolo se evita la pérdida y la extinción de especies”, añade Angélica.
Así que en esta nueva revisión de la literatura científica, identificaron que en las regiones del Caribe, el Valle del Río Cauca, el Valle del Río Magdalena, el Valle del Patía y en la zona del noroeste colombiano, la zona norandina, hay 95 especies de todo tipo de mamíferos, desde roedores, murciélagos, hasta primates, cuya conservación se está viendo gravemente amenazada por una nueva razón: el atropellamiento de fauna silvestre en las carreteras.
Algo que se ha venido documentando con mayor frecuencia en el último tiempo gracias al registro de información por parte de la ciudadanía en plataformas de ciencia participativa dispuestas por las autoridades ambientales y los centros de investigación.
“Las especies que fueron reportadas con mayor frecuencia dentro de los atropellamientos, fueron el zorro perro o zorro cangrejero, la tamanduá u oso melero, la ardilla, la zarigüella y los perezosos”, explica la investigadora.
En la actualidad, el desarrollo de obras contempla los pasos de fauna como parte de las estrategias a implementar dentro de la operación de las vías. Sin embargo, es obvio que hay que potenciarlo más e investigarlo más, ya que no todas las especies usan los mismos pasos de fauna.
Por eso esta ficha busca dar razones para que se piensen y se implementen acciones de conservación que permitan generar oportunidades en el territorio para el hábitat, para los animales a los que acoge y para los humanos más cercanos a él. Un ejemplo de eso puede ser la implementación de la ganadería regenerativa que ya se ha implementado en las áreas colindantes con el BST y de las cuales hay evidencia de efectos positivos en la naturaleza.
Por lo pronto, este estudio sobre los mamíferos del bosque seco tropical en Colombia, no para, y mientras se articula como una herramienta para la protección y restauración del ecosistema.
“Una de las razones por las que se cometen errores a la hora de conservar una especie es por falta de información, porque no sabemos cómo hacerlo, pero a través del Reporte Bio, que logra poner a disposición de toda Colombia información sobre biodiversidad, esto no tiene por qué seguir siendo así, pues nos ayuda a acercarnos a la naturaleza y a entender que todas nuestras acciones tienen efectos en ella, o sea, nos ayuda a ser conscientes y más responsables a la hora de tomar decisiones”, concluye Angélica.