Fue algo re bonito —es lo primero que se le escapa a Edwin Morales, un ingeniero ambiental de la Universidad de Antioquia, cuando le pido que me cuente cómo fue el encuentro que tuvo con el perro zorro que anda merodeando el campus—. Salí de clase de pulmón libre con unos compañeros y mientras caminábamos hacia la salida del ferrocarril, una chica señaló la cancha sintética de fútbol y dijo: “Ay, ¡miren! ¿Ese no es el zorrito que dicen que se está viendo por acá?”, nosotros de una nos giramos para ver y claro, era él.
Pero Edwin y sus amigos no han sido los únicos en tropezarse con tan feliz casualidad, pues gracias a las fotos y los videos compartidos en diferentes redes sociales por estudiantes, profesores y demás personal administrativo y de vigilancia de la universidad, en los últimos días, se supo que esta especie de zorro, conocida como perro zorro, zorro cangrejero o zorro andino que responde al nombre científico Cerdocyon thous, eventualmente parece haberse unido a las otras 10 especies de animales silvestres que habitan ese predio.
“Silvestres”, es decir, que desde el punto de vista legal está prohibido que se mantenga en cautiverio o que sea comercializado, y que por su naturaleza tienen comportamientos salvajes en caso de sentirse o percibirse en riesgo, explica Iván Darío Soto Calderón, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la universidad. Y es que esta especie de zorros, pertenecientes a los cánidos, como le sucede a los perros, los lobos, los dingos y los chacales, entre muchas otras, es nativa de Sudamérica, donde se asienta con especial fervor en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela; puede verse con frecuencia en zonas urbanas y periurbanas.
Por ejemplo, si bien es cierto que se tiene la preconcepción de que en la ciudad solo hay humanos, también es cierto que al igual que los cusumbos, las tairas, zarigüeyas, titíes, olinguitos, murciélagos, lechuzas y grisones, entre mucha otra fauna silvestre, el zorro cangrejero, cuyo estado de conservación se encuentra en la categoría de Preocupación Menor según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), habita las laderas del área metropolitana, en especial por las zonas cercanas a Envigado, San Antonio de Prado y Bello, sin descartar que se les ha visto más al centro: en el Parque de Botero, por el cerro el Volador o, como es el caso más reciente, en la UdeA.
Este espacio es como un oasis dentro de esta matriz urbana, dinámica, ruidosa, contaminada que es Medellín —señala el profesor cuando le pregunto por la presencia de este ser dentro del campus—, y por eso es común ver allí a diferentes animales que encuentran refugio y la posibilidad de conseguir recursos. Hasta el momento no sabemos de dónde salió este perro zorro, si es uno solo o si son varios, porque como estamos rodeados por vías grandes y rápidas, pudo haber llegado por cualquier parte durante la noche.
Y ¿por qué en la noche? Porque este zorrito, considerado el único sobreviviente del género Cerdocyon, que puede llegar a medir 70 centímetros de longitud, sin contar los 35 de su cola, y pesar entre cinco y nueve kilos, “mantienen en su mayoría hábitos crepusculares o nocturnos, aunque algunos ejemplares pueden mostrarse un poco activos durante los días”, explican en el blog Experto Animal.
Además, se caracterizan por tener el hocico alargado, las orejas redondeadas y una cola frondosa, aunque no tanto como sus familiares más cercanos, y su pelaje surge de la combinación de muchas tonalidades de gris, castaño, amarillo, negro y blanco, la cual suele estar influenciada por su hábitat y ser única en cada individuo, así que “mientras los zorros que viven en los bosques muestran más pelos grisáceos y negros, los individuos que habitan en zonas abiertas o montañosas suelen tener un manto predominantemente marrón con algunos reflejos levemente rojizos”.
Son animales gregarios que viven en grupos de entre siete u ocho miembros formado por una pareja y sus crías, por lo que es más extraño aún que este ejemplar esté, al parecer, deambulando solo —comenta Iván Darío—, y tienen una capacidad de vocalización tan potente que entre ellos pueden escucharse pese a encontrarse a kilómetros de distancia, sin embargo, no les sucede lo mismo con nuestra especie, con quienes prefieren evitar en absoluto el contacto.
Por eso, si cualquier persona llega a toparse con uno de ellos lo recomendable es actuar de manera cautelosa, ya que como le sucede a cualquier animal que no está en constante contacto con los humanos, puede reaccionar de manera agresiva ante la circunstancia, es decir, lo mejor en esa situación es actuar de forma cautelosa para evitar generarles estrés o asustarlos, y tratar de no acercarse mucho porque entre más estrechos son los lazos de dos especies más fácilmente pueden compartir enfermedades, entonces estos zorros al ser animales silvestres pueden transmitir parásitos o agentes infecciones no solo a los humanos sino también a los animales de compañía, o se pueden contagiar ellos mismos. Lo cual no significa que debamos temerles, sino más bien que podemos convivir con ellos respetando su naturaleza, concluye el profesor, mientras Edwin, el ingeniero ambiental, hace un apunte final:
Gracias a los procesos que he tenido desde la ecología, hoy puedo comprender que haber visto a estos zorritos que están habitando espacios tan densamente grises y evidenciar sus dinámicas, es en demasía poderoso, porque te da un panorama más amplio para entender que está con nosotros, que podemos verlos y escucharlos pero respetándolos y cuidándolos que es también una responsabilidad gigantesca que tenemos desde lo individual y lo colectivo: conservar a nuestra fauna silvestre.