La emergencia que ocurrió en la madrugada de este jueves en Villatina, comuna 8 de Medellín, y que ya deja más de 50 viviendas evacuadas, revivió una de las historias más importantes de la memoria colectiva de los habitantes de ese sector de la ciudad: la tragedia ocurrida por el enorme deslizamiento de tierra el 27 de septiembre de 1987, que dejó 500 víctimas y que ha sido la más grande de la ciudad.
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Los gritos de la gente, en la madrugada de este jueves, fueron como una alarma para el vecindario. Las personas empezaron a salir a las calles cuando comenzaron a sentir ruidos extraños, especies de temblores, según recuerdan. Tres casas quedaron cubiertas por la tierra, por fortuna no había nadie adentro. También en horas de la tarde del miércoles, los organismos de socorro habían evacuado una vivienda en alto riesgo, porque la gente reportó desde temprano que había una grieta en la vía y podría presentarse un movimiento en masa.
Así fue la tragedia en Villatina en 1987
La situación no es menor. Para el líder social Jacques Mesa, esta emergencia les ha recordado lo ocurrido en el 87 y el hecho de que Villatina, al igual que otros sectores de la comuna 8, está en un territorio en riesgo de que ocurran deslizamientos. “No podemos dejar en el olvido esa tragedia, la más grande que ha ocurrido en Medellín. Este nuevo deslizamiento ocurrió en otra parte, pero es cerquita del de 1987. El temor está porque se vio una similitud en la forma como bajó la tierra”.
Ese 27 de septiembre de 1987, un domingo, a las 2:30 p.m., la tierra sepultó a cientos de personas. La atención de la gente estaba puesta en un partido de fútbol y en la cotidianidad del último día del fin de semana. Quienes han contado la historia una y otra vez dicen que sintieron una explosión muy fuerte y vieron una especie de humareda en la cima de la montaña. Después, todo fue caos cuando casi 20.000 metros cúbicos de tierra, provenientes del cerro Pan de Azúcar, sepultaron a 500 personas, muchas de las cuales se quedaron enterradas ahí para siempre, por lo cual el lugar es un camposanto.
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Los que quedaron afuera buscaban desesperados a sus familiares y en esa tarea ayudaban a cargar heridos y muertos. Al dolor de la tragedia por los seres queridos perdidos se sumó el desarraigo, la pérdida de los hogares: más de 1.500 personas quedaron desplazadas y aunque a muchas familias les dieron una nueva casa, hoy todavía hay algunas que cuentan que nunca les tocó a ellas.
Después, en el lugar declarado camposanto la comunidad construyó una pequeña iglesia de madera y se erigió el monumento a la vida, dos emblemáticos brazos fuertes que elevan un bebé como signo de que cada muerto resurgiría desde la tierra porque ninguno se echaría al olvido.
Por eso, hoy es inevitable que muchas personas revivan esa tragedia que vivieron hace casi cuatro décadas, tal vez siendo niños o mucho más jóvenes, pero que se mantiene en los relatos de generación en generación.
El líder social Mesa considera que recordar esa tragedia también ha servido para reiterar la importancia de mantener labores de mitigación. Esta es una obligación del Distrito, por el riesgo que implican las características del terreno en esa zona. Pero también ha servido para que la comunidad actúe rápido: al reportar a tiempo a las autoridades desde este miércoles y al empezar a evacuar en la madrugada cuando escucharon los ruidos extraños.
El mismo alcalde Federico Gutiérrez dijo que este último fue un deslizamiento de grandes proporciones y que la alerta y la atención en la zona se mantienen. De hecho, en los últimos cinco años, se han realizado 10 visitas por riesgo en el mismo sector, no directamente relacionados con este daño. Por lo pronto, expertos persisten con labores de inspección con drones sobre la quebrada de la zona para evaluar la situación y puede que se den más evacuaciones. La gente pide que les den la atención adecuada.
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