Un reciente análisis publicado en la prestigiosa revista estadounidense Plos One encendió las alarmas sobre el futuro demográfico global. Contrario a la creencia generalizada, la investigación reveló que la tasa de fertilidad necesaria para mantener estable el número de habitantes en el planeta no es el umbral de 2.1 hijos por mujer que se manejaba hasta ahora.
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Los autores advirtieron que se requiere una media de al menos 2.7 nacimientos por mujer para evitar un declive poblacional progresivo en muchas sociedades.
La investigación expuso una preocupante realidad: el mundo se encuentra inmerso en una crisis demográfica silenciosa pero constante, en el marco de crear familia con hijos.
Si en la década de los sesenta la tasa global de fertilidad se situaba en un robusto 5.3 hijos por mujer, en 2023 esta cifra se desplomó hasta alcanzar tan solo 2.3, y la tendencia a la baja persiste en la órbita.
Actualmente, dos tercios de la población mundial residen en áreas donde la natalidad no logra siquiera alcanzar el nivel de reemplazo generacional, poniendo en riesgo la continuidad de las generaciones futuras.
El estudio introdujo, además, un factor crucial que hasta ahora había recibido poca atención en los análisis demográficos: la aleatoriedad demográfica. Este concepto se refiere a la variación natural e inherente en el número de hijos que tienen las personas.
En poblaciones pequeñas, esta fluctuación puede tener un impacto significativo, acelerando la desaparición de linajes familiares si no se compensa con un aumento en los nacimientos.
La situación es especialmente crítica en los países del G7 o “Grupo de los Siete”, que hace referencia a los siete países con economías más grandes y desarrolladas del mundo (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá).
Allí, de acuerdo con los estudios mundiales, las tasas de fertilidad se encuentran muy por debajo de cualquier nivel de reemplazo generacional.
Italia, con un alarmante 1.29 hijos por mujer, Japón (1.30), Alemania (1.53) y Estados Unidos (1.66) presentan cifras que, según los investigadores, abocan a estas naciones a una inevitable contracción demográfica si no se implementan medidas urgentes para revertir esta tendencia.
El panorama se torna aún más complejo en regiones con altas tasas de mortalidad, como Afganistán o Sierra Leona.
En estos contextos, donde solo el 60% de la población alcanza la edad reproductiva, el estudio señaló que la tasa de fertilidad necesaria para mantener la población debería ascender a un mínimo de 3.3 hijos por mujer.
La investigación concluyó que la creciente decisión de tener menos hijos no es una cuestión individual, sino un fenómeno con profundas implicaciones para el conjunto de la sociedad.
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