Juan Manuel Corzo Román llegó a la Presidencia del Congreso en virtud de los acuerdos previos de la coalición de la Unidad Nacional. Mientras en la Cámara se elegía al delfín Simón Gaviria, el silencioso senador nortesantandereano tomaba posesión del Senado. Y sus actuaciones iniciales parecen ceñirse a un hipotético Manual de desaciertos.
Llevaba pocas horas en su cargo cuando vino a Antioquia a apoyar una cuestionada candidatura a la Gobernación, llena de desagües éticos y repudiada por buena parte de su propio partido -el de Corzo- para, enseguida, salir con su propuesta de inmunidad parlamentaria. Él, que está siendo investigado judicialmente, debió haber sido el último en presentar tal cosa. Y se siguen conociendo decisiones cuestionables.
No sabemos hasta qué punto le importa la reacción de la opinión pública, así como no sabemos los compromisos que adquirió para su designación.
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