Los plus son los que corren con María Princesa Oliveros.
Dieciséis años en la Villa Deportiva Antonio Roldán Betancur. Tres intentos para ir a los Juegos Olímpicos. Una profesional de la Educación Física que aprovechó las bondades del atletismo para estudiar, y quien a los 36 años de edad le conocerá la cara a una justa olímpica.
Un proceso de vida que muestra a una atleta de verdad-verdad, de esas que son capaces de vencer todos los obstáculos como los que se acostumbró a superar en su prueba clásica de los 400 metros con vallas.
Un canto a la consagración, que en los Juegos Panamericanos de Guadalajara recogió muchos de los frutos de su aquilatada carrera en las pistas del planeta.
"En los Panamericanos, la gente de Colombia no alcanzaba a creer que hubiera ganado una medalla de oro. Fue una sorpresa para todos", cuenta como recuerdo de lo que fue una hazaña en pistas mexicanas la morena que para las competencias de mayor importancia pinta sus uñas con los colores de las banderas de Antioquia o Colombia.
Y en su relato, hecho con extrema humildad, con la que ha afrontado los momentos duros de la vida, no cuenta muchos de sus "yos" que la vinculan con el trabajo social con los niños del atletismo en La Iguaná y el club Los Gamos.
Hoy, María Princesa, nacida en Apartadó, es un ejemplo a seguir para la familia del atletismo, que la ve como la mujer asentada, seria y con metas claras como esas que se fija más allá de las pistas.
"Quiero tener un negocio propio que me dé la seguridad, una vez me retire del atletismo, que no sé cuándo será, porque es una decisión difícil de tomar", opina la pupila del técnico Raúl Díaz , quien ve en ella un caso de total consagración. De una guerrera a la que la rodean los plus, siendo uno más su trabajo a fondo en las lomas del Cerro El Volador, otro de los sitios que ha sentido los pasos de una Princesa venida de Urabá.
Pico y Placa Medellín
viernes
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