En forma tranquila, durante el primer martes de noviembre, el electorado norteamericano ha dado su veredicto acerca de la administración saliente y ha manifestado su deseo de cambio. Tal como era previsible, el resultado constituye un repudio masivo a una gestión gubernamental que le deja a Estados Unidos como legado dos guerras, la pérdida de prestigio internacional y una catástrofe económica. En cuanto a la nitidez del mandato popular para dar un viraje, lo que ha sucedido es comparable a la elección de Franklin Roosevelt en 1931 durante el comienzo de la Gran Depresión.
El triunfo del candidato presidencial demócrata marca un hito histórico en la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Barack Obama, egresado de Harvard y catedrático de derecho constitucional en la Universidad de Chicago, es un representante de la élite intelectual norteamericana. Con su elección, llega al poder una generación meritocrática, altamente calificada, cuya concepción de la sociedad es más tolerante, más diversa y más abierta al mundo.
La campaña presidencial tuvo dos puntos de inflexión, ambos desfavorables a John McCain: la designación de Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia por el partido republicano y la agravación de la crisis financiera con el colapso de Lehman Brothers. La decisión de colocar a una ex reina de belleza con opiniones reaccionarias en la eventual línea de sucesión presidencial entusiasmó a la extrema derecha republicana. Pero tuvo el efecto de alienar a los independientes, a los republicanos moderados y a la opinión culta de Estados Unidos. Sus declaraciones sobre política internacional fueron el hazmerreír de las comedias de televisión.
La crisis financiera desplazó a la guerra de Irak como tema prioritario de discusión. Dada la ventaja de los republicanos en materia militar, ése era el terreno en el cual McCain aspiraba a dar la batalla por la presidencia. La economía es su flanco débil. Por una parte, el partido republicano no puede evadir la responsabilidad por las políticas gubernamentales de los últimos ocho años. Por otra parte, McCain se siente incómodo con el tema económico, como él mismo reconoce. Su comportamiento frente a la crisis fue errático y poco coherente. Obama se asesoró bien en materia económica. En medio de la crisis demostró seriedad y cabeza fría.
Colin Powell, el ex secretario de Estado de la administración Bush, presentó un elocuente argumento a favor de Barack Obama y de la tradición americana de neutralidad oficial respecto a las creencias religiosas. Luego de anunciar su decisión de apoyar a Obama, expresó su inconformidad con ciertos aspectos de la campaña proselitista republicana. 'Se le ha acusado de ser musulmán. La respuesta correcta a esa acusación es que Obama es cristiano y siempre lo ha sido. Pero la respuesta aun más correcta es, qué importa que fuera musulmán. ¿Tiene algo de malo ser musulmán en este país? ¿Acaso le estamos diciendo a un niño de siete años en Estados Unidos que por ser musulmán no puede aspirar a ser presidente? Eso no es quienes somos'.
Puede afirmarse, sin recurrir a la hipérbole, que al amanecer del 5 de noviembre, Estados Unidos se había transformado en un país distinto. Al mismo tiempo, y por ese mismo motivo, la nación de Lincoln reafirmó sus valores esenciales y se reconcilió con los mejores rasgos de su vocación democrática. Por su orientación hacia el futuro, su optimismo y la apertura a la inmigración, Estados Unidos acepta mantenerse en un proceso de reinvención permanente. El resultado de esta elección es un acto de fe en la posibilidad de cambio y un rechazo al aprovechamiento político del miedo.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
