"Que mi Dios los perdone. Que ojalá la Policía investigue y coja a todos esos delincuentes malditos que hay en la calle y los encarcelen para que no sigan haciendo daño así como le hicieron a mi hijo". Son palabras de doña Ana Castro, madre del soldado profesional William Domínguez, quien lloró de nuevo por su hijo ayer como lo había hecho cuando se enteró en 2007 que las Farc lo habían secuestrado y, en 2009, cuando las gestiones de la exsenadora Piedad Córdoba lo trajeron a la libertad.
Ayer doña Ana llegó a la funeraria Capillas de Fe en Bogotá a las 9 de la mañana después de visitar más temprano a su otro hijo, Néstor, en el hospital de Engativá, en donde se recupera de heridas que le propinaron atracadores ocho días atrás.
Es el dolor de una familia que ha sufrido por culpa de la atrocidad del secuestro y la tortura de pasar 12 meses amarrado sólo en un cambuche recibiendo insultos y malos tratos.
Eso lo afectó, tenía pesadillas, crisis nerviosas, una afectación psicológica que lo llevó incluso a la hospitalización cuando recuperó su libertad. Una de las personas que doña Ana abrazó ayer fue, de hecho, la psicóloga que los acompañó y que dijo que en estos casos, el paciente "se vuelve de la familia". "No era para que estuviera aquí, sino que estuviera haciendo curso o en otro lado", dijo la médica.
William dejó a su bebita que ayer cumplió cinco meses y a su esposa Nataly. El soldado Domínguez vivió hasta hace un mes con sus padres, pero se mudó con su esposa al bario Bachué, vivía de la pensión que le daba el Ejército y le dejó al país una consigna de vida con su canción "Como nos cambia la vida". Domínguez ya no está.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
