Los ambientes en nuestro hogar o trabajo los hacemos nosotros y de nuestras actitudes dependen que sean buenos o malos. Para mantener un ambiente armonioso y tranquilo en estos espacios donde nos pasamos la mayor parte de la vida, empecemos por el buen uso de las palabras. Si hay necesidad de hacer observaciones a alguien, no es necesario usar sarcasmos o ironías, para exponer a esa persona al ridículo, privado o público. Con palabras tranquilas y serenas también se puede ser firme y mantener la autoridad y el respeto ante los demás.
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