Recibí de la lectora Ángela María Figueroa una pregunta concreta: "Les cabrá algún tipo de responsabilidad a los periodistas que dan una información que no es verdad. ¿Qué puede decir de la noticia del niño que supuestamente se encontraba en un globo y que vimos en vivo por la televisión, pero no resultó cierta?...".
La lectora se refiere al caso reciente, registrado en Colorado, Estados Unidos, en el que el niño Falcon Heene había sido izado por un globo de helio que se soltó, según la versión de su hermano y de sus padres, pero que a la postre resultó un engaño para los organismos de socorro, los medios de comunicación y millones de televidentes que durante horas estuvieron pendientes del desenlace.
Enterados los canales de televisión y las redacciones de los medios de comunicación montaron instintivamente guardia para transmitir y publicar las informaciones de tan sorpresiva historia. Desde helicópteros las cámaras siguieron la trayectoria del globo y miles de televidentes en todo el mundo se enteraron pronto de lo que acontecía.
Cuando el globo comenzó a desinflarse y cayó, se conoció la realidad: el niño permaneció oculto y mudo en el altillo del garaje de su residencia. Preguntado el padre, Richard Heene, por la cadena CNN sobre por qué razón su hijo no contestó los llamados desde su escondite, éste se adelantó a decir: "Vosotros dijisteis que... um... hacíamos esto por el show".
¿Qué tal la situación de la familia Heene, que ahora padece reclamos por los gastos en que incurrieron los organismos de rescate y por quedar en ridículo ante los espectadores que se solidarizaron con la angustia vivida durante largas horas?
Y cómo quedan los medios de comunicación y los periodistas, "¿les cabrá algún tipo de responsabilidad...?", según pregunta la lectora.
Los editores de BBC debatieron el asunto. Se preguntaron, por ejemplo, "¿Por qué la manipulación, si es que la hubo? ¿Quién más está detrás? ¿Qué se sabe de la investigación realmente? ¿Hay ya un sumario levantado? Y tal vez la pregunta más importante desde el principio: ¿Por qué cubrimos esta historia y cuán rigurosos fuimos al seguirla?".
Ellos mismos concluyeron que un par de llamadas a los expertos hubiera puesto todo en duda, porque el globo no podía sostenerse en el aire con un niño de seis años.
Finalmente se preguntan los periodistas de BBC : "¿Cuántos de nosotros seremos capaces de pedir disculpas a nuestros lectores si es que termina de comprobarse el montaje y que pasamos información que no era correcta? Peor aún ¿Hasta dónde seguiremos con el espectáculo?".
Nuestro trabajo exige rigor. La verificación es la primera obligación de quienes tenemos la misión de informar. A la tarea de obtener los datos sigue el deber ético y legal de comprobarlos en fuentes distintas y distantes, antes de divulgarlos. No se pueden saltar los pasos que señalan las técnicas de investigación periodística ni buscar atajos en el arte y cuidado de desarrollar el tema.
La credibilidad se puede desinflar fácilmente. El director británico del documental Starsuckers , Chris Atkins, comprobó que los medios sensacionalistas de Inglaterra publicaban información falsa, sin verificar, sobre personajes de la farándula. En la trampa cayeron The Sun, The Daily Mirror y The Daily Star . Y todo por no hacer una llamada telefónica.
*Defensor del lector de EL COLOMBIANO
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