La palabra egoísmo es definida por el diccionario como: Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.
La palabra Amor, por el contrario, significa: entrega, renuncia, la capacidad del ser humano de pensar en el bienestar de los demás y hacer algo para que esto sea posible.
Amar es una decisión, es la expresión más sublime del ser humano. Los problemas de la humanidad se sintetizan en la falta de amor de unos hacia otros, de los que tienen hacia los que no tienen. Si nos amáramos realmente como Dios quiere que nos amemos, no habría tanta miseria, tanta violencia, tanta destrucción, tanta hambre, tanto homicidio, tanto alcoholismo, tanta drogadicción, tanto suicidio. Nuestras sociedades serían diferentes, más justas, más equitativas.
Si realmente nos amáramos, haríamos de esta tierra un verdadero paraíso. Dios no se equivocó cuando nos dio la orden de amarnos los unos a los otros. El amor es la verdadera expresión de nuestra fe, porque la fe es obediencia
Amar tiene que ver con el DAR.
Dar un abrazo, dar tiempo de nosotros para atender y ayudar a otros, sacar el tiempo para hablar con alguien que necesita de nuestra ayuda, dar un consejo oportuno, no ser indiferentes hacia las necesidades de los demás. Pensar en que el otro también tiene criterios, respetarnos mutuamente, valorarnos, aceptarnos. Todo ser humano tiene un valor. Todos, independiente de cada situación, somos creación de Dios, y como dijo Einstein alguna vez: "Dios no fabrica basura". Si Dios nos ama como somos, ¿Por qué nosotros no podemos hacerlo?
El amor debería ser una asignatura en las escuelas y colegios.
Aprender a amarnos es lo esencial en la vida. De ello va a depender nuestro bienestar y el de los demás. En ello está la solución a todos los problemas humanos, sociales, nacionales. Todo conflicto dejaría de existir. Los problemas y las diferencias se arreglarían con diálogo, con concertación. Nadie atropellaría a nadie, nadie abusaría de nadie. Nadie robaría, nadie mataría. Un hombre o una mujer no abandonarían ni a su cónyuge ni a sus hijos. No habría corrupción de ninguna naturaleza. Todos haríamos las cosas correctamente, sin pensar en dañar al prójimo.
El amor es el elemento más escaso en la tierra. Debido a eso es la crisis social que estamos viviendo.
¿Qué debemos hacer? ¿Cuál es la solución?
Aprender a amar: a Dios en primer lugar, a nosotros mismos, y a los demás.
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